~Capitulo 4~

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Ia deberían saberlo 7u7

Su piel pálida, sus párpados le pesaban, sentía que en cualquier momento podria caer inconsciente por segunda vez, aunque la manzana de la querida zombie le fue de gran ayuda, pero no le curo del todo, se sentía cansado, devastado y frustrado, ya ...

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Su piel pálida, sus párpados le pesaban, sentía que en cualquier momento podria caer inconsciente por segunda vez, aunque la manzana de la querida zombie le fue de gran ayuda, pero no le curo del todo, se sentía cansado, devastado y frustrado, ya que, apesar de que halla sido su primer día en Yueei, fue uno de los más agotadores y pésimos de su vida.

-¿Se encuentra bien joven Midoriya?- una voz grave y ronca le saco de sus pensamientos, este rápidamente asintió con su cabeza repetidas veces, pero la expresión en su rostro decia algo totalmente diferente. -Humm joven... Sabe que puede confiar en mí. ¿Que es lo que le sucede?- pregunto nuevamente un rubio con dos peculiares orejas a los costados de su cabeza.

-N-no me sucede nada- musitó para si el joven de mejillas pecosas con su cabeza baja y sus ánimos totalmente por los suelos.

-¿Esta seguro joven?- su mirada expresaba preocupación y en el fondo sabía que ese chico no se encontraba del todo bien.

-S-si y no me llames joven, puedes llamarme Izuku- su sonrisa era falsa y demostraba a la vista ajena un poco de tristeza y cansancio.

-Esta bien Izuku- dijo no muy convencido el rubio, las dudas sobre el estado de ánimo del joven lo abrumaban sin cesar hasta llegar al hogar del pecoso. Este bajo del gran vehículo despidiendose con un simple y desanimado "adiós" hacia su acompañante. Se adentro en la lujosa mansión soltando un sonoro "he vuelto" siendo recibido por un hombre plano de alta estatura, un cabello negro azabache y unos afilados dientes por toda su boca.

-Bienvenido señorito Izuku- este dio un ademán al pequeño mientras tomaba su mochila amarilla. -El almuerzo ya está servido para que porfavor se lave las manos y pase a comer- su amabilidad era igual de linda a la sonrisa que le decido al peliverde, ese solo se limitó a asentir con desánimo.

-Gracias Sebastian- fue lo único que su garganta le permitió articular. Se dirigió al baño y cerró la puerta que se encontraba atrás de el, se acercó lentamente hacia el espejo y observó con detalle las marcas que el joven de cabellos bicolor le había brindado, ese solo bufo y maldijo por lo bajo. -No puedo ganar contra un vampiro de clase mas alta que yo- musitó con desánimo. Tomo en sus pequeñas y blanquecinas manos un poco de agua y la esparció por toda su cara viendo cada detalle que tenía esta. -Soy muy poca cosa ¿Verdad?- dijo para si mirando cada detalle de su delicado rostro. Este realizó el mismo procedimiento con sus manos pero esta vez bajaba con suavidad por su cuello hasta llegar a su hombro, dejando humeda la suave piel rozada por el líquido. Miró por última vez su rostro, dándose cuenta de las ojeras que poseía bajo sus grandes ojos. -Pareces un muerto, Izuku- tocó con cuidado las sobresalientes bolsas de su rostro, se sentía mareado y muy cansado. Tomo en sus manos un poco de jabón para el cuerpo, cubriendo con espuma la zona afectada por los colmillos del joven y de paso enjabonando ambas manos. Removió el espeso líquido de sus manos, cuello y hombro Izquierdo con agua fría para después salir de la zona sanitaria y bajar hacia el enorme comedor.

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