~Capitulo 5~

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Una leve punzada paso por su cabeza, sacándole un sonoro gemido inconsciente de sus labios

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Una leve punzada paso por su cabeza, sacándole un sonoro gemido inconsciente de sus labios. Sus párpados de pesaban, le costaba abrirlos. Su cuerpo no reaccionaba, y de paso sentía un gran dolor alrededor de este. Su respiración era entrecortada y no lograba salir con libertad de sus fosas nasales y de su boca. Luego de unos minutos, logró abrir sus grandes ojos esmeralda, siendo cegados inmediatamente por una potente luz blanca, al intento de adaptarse al cambio de luz, pudo enfocar su mirada a un joven de un cabello negro, unos orbes como rubí, y una piel bastante blanca.

-Al fin despierta señorito Izuku- su mirada y gesto de preocupación se dirigía con fijeza hacia sus ojos. Posó una de sus suaves manos en la pálida y fría piel de la frente, pasándola con suavidad y lentitud por sus pecosas mejillas, en busca de fiebre o algo de un grado más alto.

-¡Izuku!- una pequeña y cálida figura le rodeó con sus brazos, acariciando los alborotado rizos de color verde que portaba. -¿Estas bien? ¿No te pasó nada grave? Waaaaaaa mi bebé estaba solo en la calle, con todos los peligros que hay- un suave y dulce beso depósito en su frente, para después tomar una de sus orejas y jalarla con un poco de fuerza. -¿Y por qué rayos saliste a esta hora y solo?- frunció levemente su ceño hacia su hijo y este solo puedo soltar un suave y sonoro "lo siento". -Te lo perdono solo por esta vez, y ahora ve a dormir que ya es tarde y mañana tienes escuela- depósito un segundo beso en su frente, y el pecoso sin reproche alguno tomo rumbo hacia su habitación.

Su estrés se volvió mayor, su sudor se hizo más abundante

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Su estrés se volvió mayor, su sudor se hizo más abundante. Eran las 2:26 de la madrugada y no había podido conciliar el sueño. Sentia todo su cuerpo adolorido y a la vez cansado. Todo su cuerpo cubrió con las cobijas y colocó una almohada encima de su cabeza. Se acomodó de varias formas, terminado con las cobijas por el suelo. Su cabeza volvió a doler, sintiendo unas fuertes punzadas en ella. Decidió acomodarse en el suelo, tapando nuevamente su cuerpo con las cobijas. Una extraña presencia sintió en su gran habitación, sentía que se acercaba a el. Sus ojos cerró, haciendo el intento de dormir.

-No te hagas el dormido enano- tomó todas las cobijas, destapando ese pequeño y adolorido cuerpo que se encontraba en el suelo. Los ojos del peliverde se abrieron y dedicó una fulminante mirada hacia el joven con cabellos bicolor que se encontraba en frente de el.

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