| Capítulo IV |
Saludos, R15 de Enero, 2022
— ¿Por qué no comes? —le preguntó Scorpius en el desayuno, al ver que su amigo no había tocado su plato de cereales— ¿No tienes hambre?
— No mucha —respondió Albus con una mueca, dejando a un lado su plato.
— Venga, Al, suéltalo. ¿Qué te pasa? Estás despistado, más que de costumbre. ¡Hasta preparaste incorrectamente la Poción de Despertares! ¡La Poción de Despertares, Albus! ¡Seguro que aprendiste a hacerla cuando tenías ocho años!
— Siete —le corrigió él, sin mirarle a los ojos.
— Siete —repitió Scorpius—. El caso es que no eres el mismo. Y extraño a mi mejor amigo.
Intercambiaron una mirada.
— Lo siento —murmuró Albus, rascándose distraídamente el brazo—. Estos últimos solo pienso en lo que le ha pasado a mi abuela y a ese viejo sueco. ¿Por qué a ellos? ¿Acaso han perdido su magia por la vejez? Si fuera así, ¿todos la perderíamos conforme nos hiciéramos más mayores?
— Yo también he estado pensando mucho sobre eso —comentó Scorpius—, sin embargo, he llegado a otras conclusiones: creo que algo les tuvo que pasar a tu abuela y a Vulchanov para que les ocurriera eso. Debieron estar en contacto con algún tipo de energía o de magia que intercediera con sus poderes.
— ¿Cómo qué? Un poder capaz de arrebatar la magia a una persona... debe ser demasiado poder para poderse concentrar en un solo individuo... simplemente, le mataría por dentro.
— No sé, Albus, pero creo que hay alguien que está detrás de esto. Alguien está utilizando magia oscura.
— ¿Magia oscura? —repitió este—. Voldemort está muerto, Scorpius.
— Lo sé —confirmó—, pero Quién-tú-sabes no fue el primer mago tenebroso. Ni será el último.
— Scor...
Albus se calló al escuchar el ulular de un gran grupo de lechuzas entrando al Gran Comedor, trayendo consigo el correo.
Scorpius recogió de su lechuza dorada —a quien había bautizado como Linx— un paquete de dulces enviados por sus padres.
Se encogió de hombros, acostumbrado a los caros obsequios que sus padres se empeñaban en regalarle todas las semanas, y se los guardó en el bolsillo de su túnica, para poder compartirlos después con Albus.
Se acarició suavemente las plumas a Linx y esta alzó el vuelo de nuevo, reuniéndose con las demás lechuzas.
— Vayamos a la sala común —dijo Albus, poniéndose de pie—. ¿Jugamos al ajedrez mágico? Necesito distraer mi mente con algo.
— De acuerdo, vamos.
Pero cuando iban a marcharse, una carta cayó en medio de los cereales de Albus.
— ¿Qué...? —se preguntó, sacando la carta del plato.
No podían ser sus padres. Su madre ya le había enviado una carta aquella semana y no solía recibir correspondencia de más personas.
— ¿Quién te la envía? —le preguntó Scorpius, mirando la carta por encima de su hombro.
— No lo pone —respondió Albus, dándole la vuelta a la carta—. No pone nada.
El chico abrió la carta rápidamente, impulsado por su curiosidad.
Pero en un viejo pergamino dentro del sobre, solo estaba escrito:
« Querido Albus:
No me conoces; pero yo sé lo que estás haciendo y sólo quiero que no sufras.
Hazme caso, Albus Severus Potter, y no sigas investigando el fin de la magia.Saludos, R. »
— ¿Qué significa esto...? —iba a preguntar, cuando alguien le interrumpió.
— ¡Albus! —le llamó Rose, que había llegado corriendo al Gran Comedor— ¡Tienes que venir, Albus! ¡Rápido!
— ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando, Rose? —le preguntó a su prima.
— ¡No hay tiempo! —insistió ella— ¡Es Mandy!
Ambos amigos intercambiaron una mirada.
— ¿Qué pasa con Mandy? —le preguntó Scorpius.
— La han llevado a la enfermería, pero parece estar fuera de si —respondió, hablando rápidamente.
— ¿Que le pasa?
— Ha perdido su magia.
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Albus S. Potter y el fin de la magia
FanfictionLa magia es algo extraño. Ni siquiera una familia de magos como los Weasley lo sabe todo sobre ella. Ellos no saben que el fin de la magia está por llegar... ...ni que sólo Albus Severus Potter, la oveja negra de la familia, tiene algo que hacer c...