Un sueño.

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Escuchaba tu respiración agitada. Tu cuerpo se movía conforme a mis embestidas.

Tenía que ser rudo contigo; eras demasiado tierna. Quería ver tus lágrimas saliendo de tus ojos mientras me pedías que no parara.

Afirmé el agarre en tu cadera y la aferré a mí. Enterré mi miembro en ti y un sonido gutural brotó de tus labios haciendo que me endureciera más. Sonreí con sorna mientras tu cerrabas los ojos de manera agresiva.

Azoté tu culo de una fuerte nalgada provocando que un grito saliera de tu garganta. Seguí penetrándote con fuerza. Quería más de ti, quería, quería gozar de ti.

Sentí como tus fluidos se deslizaban por mi miembro haciendo que dentro de tu vagina todo se sintiera caliente. Estabas tan apretada, ¡joder! Dolía, pero resultaba ser placentero. Eso me provocaba una excitación bestial.

Te tenía a cuatro patas. Agarré tu cabello con fuerza y tiré hacia atrás haciendo que tu cuerpo se arqueara. Sentí como tus piernas empezaban a temblar.  Bajé la velocidad de mis embestidas. Tu respiración se escuchaba entrecortada y aunque ya no tenías fuerza en la voz, me susurrabas que fuera rudo contigo.

Ese fue el detonante. Te penetré de una sola estocada y un grito ahogado salió de tus labios con demasiada efusividad. Tenía demasiada fuerza, la adrenalina corría por mi cuerpo.

«Correte para mí » susurré en tu oído. Sentí tu vagina apretarse y miré hacia el techo por la excitación provocada, estaba a punto de venirme cuando tus fluidos volvieron a impactar en mi miembro haciendo soltar un jadeo.

Una, dos, tres, cuatro, cinco embestidas y lo saqué dejando caer mi semen en tu espalda mientras con mi mano derecha ayudaba a que saliera por completo. Mi respiración al igual que la tuya era agitada. Me tendí en la cama exhausto. Me sentía jodidamente bien.

— Ese fue el mejor sueño que tuve en toda mi vida — dije señalando el bulto entre mis pantalones.

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