Me encontraba de espaldas a la puerta. Recogía las cosas esparcidas por el suelo. Tarareaba una vieja canción que se había colado en mis pensamientos. Estaba tan inmersa que ni siquiera me di cuenta del chirrriante sonido que emitió la puerta al ser arrastrada.
Sentí unas fuertes manos abrazarme por la cintura y luego una cadena de besos se esparcía por mi cuello con parsimonia.Eché mi cabeza hacia a un lado para darle más acceso a él.
— Así que estás de buen humor — solté. Sus ánimos no habían sido los mejores los últimos días.— Por favor, no hables así — suplicó, — reconozco que fui un imbécil.
Me giró con fuerza para quedar frente a él y una ola de sensaciones me recorrió la espina dorsal haciendo que se me erizara la piel.— Dejame compensarte — pidió. Negué. Me haría la difícil aunque me costara, pero esta vez no sería yo quien suplicara.
Su boca se estampó contra la mía y empezó a moverse con furia sobre mis labios. Su lengua recorria todo mi labio inferior robandome uno que otro gemido por la excitación.
Posó su mano a un costado de mi cuerpo y empezó a subir la blusa con lentitud. Acariciaba mi abdomen y mi espalda. Se detuvo unos segundos para mirarme a los ojos. Me pidió permiso para levantar mi blusa por completo y accedí.
Levanté las manos para que la sacara y la tirara a un lado. En cuestión de segundos sus habilidosas manos estaban sobre el broche de mi brasier haciendo de las suyas.
Tiró de mi pantalón y suspiró cerrando los ojos.
Sus ojos tenian un brillo diferente. El color miel de sus ojos era más intenso. Había algo ahí.
Me tomó por la cintura y me subió al escritorio. Colocó una mano en mi abdomen y me empujó con cuidado para que me acostara.
Repartía besos en mis piernas y de vez en cuando rozaba con mi sexo haciendo que mi espalda se arqueara en respuesta. Iba a enloquecer.Hizo mis bragas a un lado y empezó a lamer mi clítoris con cuidado. Su lengua invadía mis pliegues haciéndome gemir con violencia. Besaba, succionaba y lamía cada parte de mi sexo. Introdujo uno de sus dedos en mi y me estremecí al instante.
— Estás tan mojada — susurró.
Se levantó rápidamente, bajó sus pantalones y a través del bóxer pude ver el tremendo bulto que se formaba en él. Mi garganta se secó al instante.
Sacó su miembro y temblé por un segundo.Sus ojos se fijaron en los míos y me sentí pequeña.
Se apoyó en la mesa y de una sola estocada me penetró por completo.
Cerré los ojos y exhalé con fuerza.— Mírame — ordenó.
Abrí los ojos y sus embestidas empezaron a ser crudas. Me penetraba con violencia. Sus manos se posaron en mi cintura con fiereza. Mis gemidos eran música para sus oídos.
Echaba la cabeza hacia atrás mientras los sudores le recorrían la frente.— Marie... — gimió al mismo tiempo que se derramaba dentro de mí.
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Clímax
Romance"Existen lenguas muertas que lamieron su sexo y se quedaron sin habla." - @ian.writes