return

15 0 0
                                    


La música de fondo amortiguaba la solitaria casa que ahora habitaba. La martirizante agonía de los días pasados me habían acompañado hasta el trabajo.
El día fue tedioso y me desvestí lentamente mientras veía mi silueta en el espejo. Cansancio.

El repiqueteo de los zapatos resonó por toda la casa mientras me encontraba lavando los trastes. Sentí su olor acercarse a mis fosas nasales y unas manos gruesas me rodearon la cintura. Suspiré fuerte y recordé el fin de semana.
Me alejé de él con rapidez y me di la vuelta.

— Se supone que tengo que olvidar que estoy molesta contigo— dije con un tono de pesadez.
Sus ojos se volvieron de un color amarillo, denotando que había cierta molestia.

—Puedo arreglarlo— respondió. Volví a suspirar. El sexo no iba a arreglar las cosas, pero no podía evitar pensar en las ganas constantes que palpitaban en mi sexo. Moría por su tacto.
Cuando notó que me fui por un momento, aprovechó.

Sentí sus manos subir por mis senos y acunarlos ligeramente mientras su boca se deslizaba con parsimonia en la piel de mi cuello. Gemí. Deseaba tanto esto. Dejé que el calor me llevara y sucumbí ante su tacto.
Levantó mi vestido y se arrodilló frente a mi, listo para degustar aquel espacio prohibido. Sentí su lengua acercarse y respirar profundo.
Su lengua tocó rápidamente mis pliegues y me derretí ante el contacto. Se movía con pericia mientras sentí un dedo adentrarse en mi y apreté mis manos contra sus hombros. Este hombre iba a matarme de placer.

Subió rápidamente y devoró mi boca. Me sostuvo por la nunca y me llevó a la habitación donde compartíamos nuestras pasiones. Me tumbó en la cama. Colocó una mano al rededor de mi cuello y lo sentí tensarse. Me miraba fijo y podía notar su creciente erección palpar mi abdomen.

— Quiero que recuerdes de quién es ese culo — las palabras abandonaron su boca y sentí como mi estómago se contraía ante la excitación.
Sentí su pene colocarse en mi entrada y suspiré. Se enterró en mi de manera firme y empezó a embestirme con fuerza mientras mantenía sus agarre firme en mi cuello. Gemí, gemí fuerte. Estaba haciéndome pedazos.

Salió de mi y me dio la vuelta colocándome a cuatro patas. Sentí nuevamente como se enterró en mi, mientras dejaba nalgadas que me escocían la piel. Es escozor solo me provocaba una excitación inexplicable. Tomó mi cabello en un puño y me embistió con rudeza.
Sentí mis piernas temblar con un poderoso orgasmo que me hacía abandonar mi cuerpo experimentando un episodio de la petit morte. Sentí como su cuerpo se tensaba y soltaba gruñidos de excitación, cuando llegó a su clímax dentro de mí.

Seamos honestas... cualquiera lo perdonaría
teniendo en cuenta la reconciliación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 21 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ClímaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora