Adriana.
Después de ese momento, todo cambió en mi. Luego de que me golpeara, quedé inconsciente durante horas, cuando desperté no sabía donde estaba porque nada era conocido para mi. Estaba en una habitación que parecía de una niña de ocho años, habían peluches y muñecas por todos lados pero en definitiva esa no era mi habitación, ni mi casa. Cuando me levanto entra una señora de tal vez unos cuarenta años, cabello castaño con ojos verdes.
–oh querida, ¿como te sientes?– pregunta, parece preocupada.
–me duele la cabeza, ¿cuanto tiempo llevo aquí?
–niña, has estado inconsciente durante varias horas cariño. Te encontré en la calle tirada, decidí traerte aquí para asegurarme de que estuvieras bien. Soy Ashley– dice la señora– ¿como te llamas?.
–Adriana–digo entre sollozos–me siento muy mal, quiero ir a casa
–te llevaré a casa, vamos–me tiende la mano para que vaya con ella.
Salimos de la casa para ir a la mía. Después de un momento, llegamos. Eran alrededor de las nueve y media de la mañana, estuve toda la noche fuera de casa y cuando llegué mis padres salieron.
–mi pequeña, ¿que te ha sucedido?–pregunta mi madre.
Yo solo empiezo a llorar cuando me abraza. Eso la preocupa más.
–¿que le ha pasado a mi hija?–le pregunta papá a la señora de ojos verdes.
–no lo sé, señor. Yo la encontré desmayada en la calle y decidí llevarla a mi casa para que estuviera bien–responde ella.
–mi vida, te dejamos muchos mensajes en el celular, no te imaginas lo angustiados que estábamos tu padre y yo–dice mi madre dirigiéndose a mi.
–no pude leer los mensajes. Mamá, papá, tenemos que hablar, ayer me sucedió algo–musito.
–si hija, vamos–dice papá–gracias señora.
–no hay de que–responde ella.
Una vez dentro de la casa, le cuento a mis padres todo lo que me sucedió la noche anterior. Papá se enojó mucho y mamá solo lloraba desconsoladamente, me partía el alma verlos de esa forma y lo peor es que siento que es mi culpa, si le hubiera hecho caso a papá e ir al centro comercial con el chofer no me hubiera sucedido todo esto.
Es mi culpa.
Subo a mi habitación, el silencio me da la bienvenida. Enciendo la luz y me miro al espejo. Una chica rota me devuelve la mirada, mi cabello rubio esta desordenado, mis ojos verdes que siempre han estado llenos de vida y de alegría, se encuentran vacíos. Mi piel está mas pálida de lo normal y mi ropa esta hecha un desastre. Me desnudo completamente y mis ojos van hacia uno de mis pechos, la pequeña herida que me dejó aquel hombre es visible y un claro recordatorio de lo que sucedió anoche.
Me pongo una bata de dormir y busco una bolsa para echar ahí la ropa que me quité, incluyendo la ropa interior, no quiero tener nada que me recuerde lo de ayer. Siento tanto dolor entre mis piernas, pero nada se compara con el dolor emocional ni con el dolor que siento al haber perdido mi virginidad con un bastardo que la tomó a la fuerza.
🎀🎀🎀
Pasé días horribles y noches con numerosas pesadillas, mis padres me llevaron al psicólogo pero no funcionó. Incluso pensaron en llevarme al psiquiatra, pero me negué, estoy traumatizada, no loca.
"Se que esto es duro, pero piensa que hay personas que han pasado por situaciones peores y mas dolorosas"
Fueron las palabras del psicólogo. Pero no me hicieron sentir mejor, puede que haya personas que sufren y pasan por cosas peores, pero en este momento no me importan otras personas, me importa lo que siento yo y lo que me hicieron no fue ninguna estupidez, fue algo real y muy doloroso.
–¿aun sigues negándote a ir al psiquiatra?– pregunta mi padre dirigiéndose a mi.
–si papá. No pienso ir–respondo de mala gana.
–debes superar ese trauma pequeña–dice mientras me mira
–el psiquiatra trata a los esquizofrénicos, no a los que pasaron por algo como yo.
–el psicólogo no funcionó– masculla él
–y el psiquiatra tampoco lo hará– suspiro antes de continuar– aceptemos la realidad, nunca lo superaré, nunca seré normal otra vez. Mis pesadillas siempre están ahí torturándome y reproduciendo una y otra vez todo lo que pasó, ya no soy normal, tengo miedo. Ahora sólo quiero que alguien venga y me mate, que terminen con mi sufrimiento.
Papá solo me mira. No dice nada, es difícil describir su expresión en este momento.
–morir no es la solución–dice finalmente.
–¿y cual es la estúpida solución? ¿vivir con este sufrimiento? ¿vivir con el miedo de que ese desgraciado vuelva por mi?– escupo
–¿por que crees que volverá por ti?– pregunta papá confundido.
–porque ese día me habló. Esa voz, la conozco.
–debes conocerla, si ese día te habló debes haber conocido su voz–responde
–no papá. Esa voz se me hizo conocida ese día, no era la primera vez que la escuchaba. Estoy segura de que quien me hizo esto me conoce y yo lo conozco a él.
Mi padre no dice mas nada, es claro que odia hablar del tema. Aunque realmente a nadie le gusta hablar de un tema tan desagradable. Decido dejar el lugar para dirigirme a mi habitación, quiero estar sola ahora, nadie tiene que cargar con mis problemas y mucho menos algo que fue mi culpa.
El psicólogo muchas veces me dijo que esto no era culpa mía. Que el hecho de querer salir sola ese día no significa que haya provocado lo que sucedió. Pero aun sigo pensando que si es mi culpa, por ser tan terca y cabeza dura. Y por que es mi culpa, debo enfrentarlo yo sola, sin psicólogos ni psiquiatras, tal vez con el tiempo lo olvide, si la vida es lo suficientemente buena, lo podré superar, pero como se que no es así, ¿para que intentar olvidar y ser feliz?
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Siempre Fuiste Tu.
RomanceLuego de Tocar fondo, solo queda subir. Se siente muy feo ir a dormir con el corazón destrozado, pensando en que ya no puede ir peor, y que ya no se puede sufrir más. Adriana Williams, chica de 22 años, con un pasado tormentoso. Le quitaron una...