Capítulo 8

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2007

-Alonso- siento que una sonrisa aparece en mi rostro

-así es- responde –tu voz suena aun más tímida por teléfono-

-no soy tímida- respondo, bueno a veces si lo soy

-entonces quítame esa idea de la mente, ¿compraste el alhajero?-

-sí, me gusto mucho, necesitaba uno-

-¿Qué guardaras? No creo que lo uses para guardar tu joyería, lo veías de una forma especial-

-¿lees la mente?- pregunto, que miedo

-no, pero no pareces la clásica chica que se emociona por banalidades como lo son las joyas, ¿me equivoco?-

-de hecho si me gusta comprar accesorios pero no los uso- respondo, no sé si tomar lo que dijo como un halago o un insulto

-me estás dando la razón- ríe -¿guardaras... ideas para escribir, poemas, recados?-

-cartas- respondo

-Ves, no ibas a guardar algo común- en ese momento mi mamá entra, la saludo con la mano y ella sube a su habitación

-ok, tienes razón, bueno eso era todo lo que quería decirte y comprobar que si fuera tu número de teléfono, buenas noches-

-ok, descansa, buenas noches-

-adiós-

-adiós- respondo

-parece que no quieres que termine nuestra llamada- dice Alonso casi riendo

-no, no es eso- ¡rayos! ¿Por qué siempre adivina lo que estoy pensando?

-bueno, entonces seguiré hablando contigo de lo maravilloso que esta el clima- eso me hace reír –vaya, hasta te hice reír-

-puntos por ello- le digo animadamente y levanto mi pulgar como si lo pudiese ver ¡duh, Ross!

-¿acaso es un juego? ¿qué ganare?- pregunta intrigado

-no sé, ¿Qué quieres ganar?- ¿Qué puede ganar? No le daré ninguno de mis libros de William Shakespeare

-quiero verte diario en la biblioteca de tu escuela- responde decididamente

-ok, deberás tener un puntaje alto-

-lo obtendré-

-Ross, intento dormir- grita mi mamá desde su habitación

-perdón mamá- le grito de vuelta –Alonso, tendré que colgarte, perdón-

-sí, ya escuche, no os preocupéis Lady Macbeth, conversaremos después, os deseo un reparador  sueño así como un fructífero día- vaya si que quiere ganar puntos

-deja de hablar así, o tendrás más puntos, adiós, hablamos luego-

-decidme ¿acaso he obtenido más puntos?-

-sí, ya adiós- termino la llamada, y una sonrisa de boba se dibuja en mi rostro

Domingo por la noche, debería estar estudiando para mi examen de algebra pero ¿Qué estudio? si no tengo ni la menor idea de que debo de saber, mejor me resigno a reprobar, así le podre pedir ayuda a Evan, si, es buena idea; le diré que es su oportunidad de reivindicarse. Tengo sueño creo que iré a dormir.

Mi despertador justo suena a las seis, tengo que ir a la escuela y a hacer un examen del cual no tengo ni la menor idea, me pongo el uniforme aun a oscuras y corro porque Anat me lleva al colegio y no me gusta hacerla esperar. Un carro a lo lejos me toca el claxon, es ella.

-hola ¿lista para el examen- Anat siempre tratando de animarme, subo a su auto

-no, no sé nada- respondo

-si hubieses estudiado…- la interrumpo

-sabes que no me podía concentrar- respondo tímidamente

-si, por estar pensando en Evan, sabes que el anda como si nada y tu ahí estas- me regaña, tiene razón pero me niego a dejar de pensar en él

-tienes razón pero no puedo,  Anat no puedo dejar las cosas así como él, me esforzare por nuestra amistad hasta donde se pueda, no me rendiré, le prometí que estaría para él siempre que me necesitara-

-Aish ¿aunque implique una vida llena de sufrimientos?- me pregunta sin quitar la mirada de el camino, Anat conduce muy bien

-sí, aunque implique que tenga que seguir sufriendo, puedo estar fuerte, lo resistiré-

-bueno- suspira desaprobatoriamente

Cuando llegamos Anat me enseña los problemas velozmente uno que otro lo entiendo, el profesor entrega los exámenes pero solo se tres problemas. Mejor escribo otra carta a Evan.

Trece Cartas (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora