De ida

2.3K 196 33
                                    


-Vamos, vamos... ¿Dónde lo dejé? Sé que lo dejé por aquí.

-¡Paco! ¡Apresúrate! ¡Se nos está haciendo tarde!

-¡En un segundo!

El verano empezaba y las prisas se presentaban entre los pasillos de la gran mansión. Pisadas por aquí, cosas siendo arrastradas por allá, preguntas innecesarias y desesperadas pasaban de voz en voz. Ya han pasado varios meses desde que Donald se había mudado junto a sus tres sobrinos a la mansión del viejo multimillonario más importante de todo Patolandia, Rico McPato, quien igual era su tío. Si bien, el tío Rico nunca había convivido con ellos y viceversa, ahora la relación familiar entre todos ellos había crecido un poco más. Tanto que ahora se estaban yendo todos juntos de vacaciones de verano.

-¡Paco! ¡Te vamos a dejar! ¿Por qué tardas tanto? – Preguntó uno de los niños asomándose por la puerta del sótano.

-Oye, Hugo ¿Haz visto mi arpón múltiple en miniatura? 

-Hermano, no necesitamos eso un crucero.

-Uno nunca sabe cuándo va a necesitar un arpón múltiple en miniatura. Ahora ayúdame a buscar.

-No puedo creer que la tía Daisy nos haya regalado boletos para un crucero por todo el continente americano. – Exclamaba el tercero de los hermanos, uniéndose a la búsqueda que efectuaban los otros dos.

-En realidad es una parte, nos vamos por Latinoamérica. Yo no puedo creer que el tío Donald haya aceptado ir.

-Pues si la tía Daisy fue quien dio la idea, no creo que tuviera la opción de negarse.

-¡Gracias tía Daisy! – Exclamaron los tres al unísono como si la mencionada los fuese a escuchar.

-¡¿Quieren apresurarse?! – Se escuchó un muy malhumorado reclamo a lo lejos. Donald ya estaba empezando a desesperarse.

-Será mejor que nos apuremos o tendremos que soportar los gruñidos del tío Donald todo el viaje. – Agregó el de rojo.

Los tres asintieron preocupados y continuaron explorando esa habitación llena de cosas viejas, cajas, baúles y demás que no han sido tocadas en años.

-¿Por qué razón tuviste que guardar tu arpón en este lugar? Está todo lleno de polvo. – Preguntó el pato de verde mientras estornudaba por el polvo recién levantado al sacudir una caja.

-En realidad... no está aquí. Pero tal vez Rosita lo dejó aquí.

-O sea que no sabes en dónde está. – Reclamó ahora el de rojo.

-No es que no sepa. Y tampoco es que sea mío...

-Paco...

-Bien. Se lo pedí prestado a Rosita hace unos días. Y esa cosa es tan genial que no sé en dónde lo tiene.

-¿Y por qué mejor no se lo preguntas?

-¡¿Estás loco?! Si se entera de que lo quiero llevar, capaz y nos hace buscar un calamar gigante debajo del barco.

-Entonces ¡Mejor no lo lleves! - Terminó por gritarle Hugo.

-Eso tampoco es opción. Quiero verme cool.

Los otros dos sólo rodaron los ojos ante lo testarudo que era el hermano. Siguieron revisando cajas por unos minutos más, lo más rápido que sus manos les permitían hasta que empezaron a escuchar los balbuceos furiosos del pato mayor quien los buscaba.

Paco, será mejor que te des por vencido y salgamos de aquí ahora.

-Si, si... sólo reviso... esta... caja – Se estiraba sobe una serie de libros y objetos mal apilados sobre una silla para alcanzar una pequeña caja de zapatos. En realidad Paco ya había dejado de buscar el arma de juguete y sólo insistía en revisar el lugar por pura curiosidad.

Paco... tenemos que irnos. – Los pasos se iban acercando.

-Ya... casi...

-¡Hermano deja eso y vámonos! 

-¡La tengo! – Gritó  en victoria antes de tambalearse y caer mientras el contenido de la caja salía volando en varias direcciones. -¿Fotos? ¡Ah, esto es un fiasco! –Las recogió a gran velocidad y con cierta decepción al creer que encontraría algo más  interesante. -¿Huh? ¿Y ésta? – Se detuvo a observar una que llamó peculiarmente su atención - ¿Tío Donald y... ?

-¡LES DIJE QUE SE APRESURARAN! ¡VAMOS A PERDER EL BARCO! – Gritó enfurecido el pato adulto llegando a la habitación donde estaba el desastre. 

-¡AH! ¡ES CULPA DE PACO! – Hugo y Luis gritaron al unísono mientras salían corriendo del lugar a tomar sus maletas.

-Traidores. Perdón tío Donald, ya voy. – Guardó la foto dentro de su playera para salir corriendo en seguida. Tal vez Rosita sepa quienes eran esas dos aves que acompañaban a su tío en esa vieja foto. 

¡Que viva la reunión!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora