⟨ ❛❛SUNSET❜❜⟩

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꒱❛ CAPÍTULO UNO ꒱❞

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꒱❛ CAPÍTULO UNO ꒱❞.°୭̥

« La mayor declaración de
amor es la que no se hace;
el hombre que siente mucho,
habla poco. »

━━ Platón.

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El silencio de la estancia proporcionó que el ruido de su calzado resonara fuerte por ese marmolado suelo, retumbando al compás de su afligido corazón y aumentando así la tensión que aquél sitio sepulcral le otorgó. Se detuvo frente a aquellas puertas bien talladas con tonalidades doradas, la cual detrás de ella se hallaba la joven que él tanto amaba. Posó una de sus manos sobre la perilla dudando si ingresar o no, pues una extraña corazonada le advertía de un peligro el cual él desconocía, y del que no quería ser partícipe. Pasó saliva y secó las gotas de sudor de su piel, producto quizás de la carrera que hizo desde la Primera Casa, o tal vez de los nervios del momento.

Algo no andaba bien.

—No siento su Cosmos... —pensó el muchacho quien, en su afligida mente, trató de idealizar que quizás todo estaba bien, que ella estaba allí y que su presentimiento no fue más que ideas suyas.

Ella debía estar allí, tal vez tocando el piano o sentada en el balcón, tal y como él la recordó: tan viva, tan feliz...

Abrió la puerta con lentitud y parpadeó para adaptar su mirada a aquel paisaje. Sus ojos comenzaron a picar a causa de las lágrimas, las cuales no tardaron en emerger, y de su boca no salió sonido alguno, a pesar de que en ese instante hubiera perdido la cordura y se hubiera echado a gritar. ¿Ira o tristeza?, era una terrible mezcla de ambos.

Al final sólo atinó a susurrar con voz quebrada el nombre de su amada:

—(Reader)...

Sus ojos fueron nublados por sus lamentos, y en una desesperación por no perder la cordura llegó a creer que esto no era real, que sólo era una broma o una estrategia bien elaborada, y que su amada estaba a salvo. A paso lento se acercó a donde yacía esa mujer de buen parecer, y con su mano temblando apartó un mechón de su cabello que cubrían aquellos orbes tan brillantes como una piedra preciosa, y que ahora estaban cerrados.

—¡(Reader)! —volvió a espetar con fuerza, aguardando su despertar.

Pero no fue así.

El chico de cabellos castaños no pudo soportar el dolor, y se echó al suelo a llorar como un niño desamparado y sin consuelo. Un grito desgarrador brotó de su boca, en medida que entre sollozos invoca el nombre de la mujer que yacía en esa cama blanca, ahora manchada de sangre que de su pecho emanaba. Le dolía tener que levantar la mirada y ver la situación en la que la fémina se hallaba, tan gélida y carente de vida. Él tan sólo deseaba verla sonreír una vez más, él tan sólo hubiera querido decirle cuánto la amaba y disculparse por ser un completo idiota con ella horas antes.

Ella era su diosa, su (Reader) y ahora estaba perdida. Él había permitido que esto fuera así, ¡pero si tan sólo no hubiera sigo orgulloso conmigo mismo y no la hubiera dejado sola con ese hombre!

—Perdóname —sollozó, mientras apretaba con fuerza la tela del rasgado vestido blanco que ella usaba—, perdóname por haberte fallado.

Como pudo se arrastró hacia el rostro de la mujer, y con delicadeza posó sus morenas manos en fisonomía, cuya piel ahora era tan blanca como el tono de quien la mató.
Seiya no pudo evitar volverse a romper cuando tocó el cuerpo sin vida de su diosa. Recostó su frente con la de ella permitiendo que sus lágrimas tocaran el rostro de su amada, deseando poder despertar de esta pesadilla, deseando que ella se moviera o se comunicara con él pero eso no sucedió.

—He fallado mi promesa —continuó lamentándose sin apartarse del lecho de la mujer, aún sosteniendo con sus manos el frío rostro sin vida y humedecido por sus lágrimas—. Lo siento, yo... Debí haberte protegido, pero no lo hice. ¡Debí haberte salvado!

Con la gema de los dedos tocó con suavidad cual algodón aquella tes ahora pálida, recorriendo la suavidad de sus pómulos y descendido hasta aquellos labios que besó traviesamente en una ocasión, hacía ya muchísimo tiempo. Volver a sentir la piel fría de ella le trajo de regreso a su terrible realidad, tan impensable, tan horrible.

—Yo soy un Saint de Athena. —Ese pensamiento rondó por la mente del varón atravesando todo pesar, haciendo que recordara que su deber iba más allá de sus sentimientos, y sin embargo no pudo cumplirlo tampoco—. Yo soy tu Saint, y debo pelear por ti hasta el final. He prometido dar mi vida por ti de ser necesario, y eso mismo haré.

Y con ese pensamiento se volvió a poner de pie, dándole una última mirada al cuerpo sin vida de su amada, recorriendo aquella herida y frágil complexión la cual desprendía sangre de una herida profunda hecha en el pecho. Seiya pudo recrear el momento en el cual ella debió haber sido asesinada; su (Reader) tan alegre y llena de confianza siendo traicionada por el hombre que amaba y asesinada por sus propias manos.

Una oleada de cólera cambió su mirada de triste a furiosa, mientras observaba su mano cubierta de la sangre de su amada. Apretó su puño y levantó su mirada hacia el atardecer que el balcón destruido aún podía ofrecer, para decirse a sí mismo lo que debía hacer en ese instante.

Hades...

Hades

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𝐏𝐑𝐎𝐌𝐄𝐒𝐀 ⊹ saint seiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora