Sin ti, no soy yo.

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Como explotar en una carcajada.

Como volverte a ver después de una semana tan larga y caer en tus brazos sin pensar en nada más.

Como un martes y trece (con buena suerte, para variar).

Como un niño que se monta en un columpio con el sueño de poder acariciar el cielo, rozando la mano de los que ya no están.

Como un romántico empedernido perdido por las calles de París.

Como Light con su Ryuk o Misa con su Rem.

Como la satisfacción de haber sacado un diez.

Como una fallera en Valencia o un carnavalero en Badajoz.

Como un abuelo contándole cuentos a su nieto.

Como un niño pequeño refugiándose en su hermana mayor.

Como Caperucita huyendo con su lobo, sin miedo a lo que piense el cazador.

Como un físico descubriendo una nueva fórmula o un astrónomo una nueva constelación.

Aunque, para constelación está la que forman los lunares de tu espalda, en la que empieza y acaba todo mi universo. Y es que, sin ti, no soy yo.

Diario adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora