Capítulo 10

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Pronto se cumplirían cuatro meses desde que Ivo estaba en la Tierra junto a su misión. Luego del beso que había compartido, las cosas no se pusieron distantes como la última vez, sino que mejoraron muchísimo. Ninguno de los dos hizo mención al beso y tampoco volvieron a besarse porque temían que las cosas se arruinaran, ambos se sentían cómodos el uno con el otro.

Ivo había visto grandes avances en Matías, el joven dejó por completo la bebida, cada vez que iban juntos a hacer las compras, o cuando se encontraban en el kiosco por las noches, el mayor ni siquiera volteaba a la sección de alcohol, con lo cual Ivo se sentía más que feliz. La marihuana era otra historia, Matías seguía consumiendo pero no en exceso como lo había hecho desde que sus padres habían muerto, lo hacía dos o tres veces a la semana, en las noches que no podían verse, tenía que solucionar eso antes de irse, no quería que cuando él se fuera, Matías cayera en la marihuana nuevamente porque todos sus esfuerzos serían en vano.

Las cosas en el trabajo iban más que bien, excepto en algunas ocasiones que Nina estaba tan cansada que trataba mal a todo mundo, estaba a punto de dejar la universidad porque le habían aumentado las cuotas y ya no podía pagarlas. Ivo quería hacer algo por ella, pero no podía hacer mucho, no tenía los recursos ni el dinero, lo único con lo que contaba era con lo que ganaba en el trabajo y siempre gastaba ese dinero en obsequios para Matías porque él no iba a quedarse con el dinero cuando se fuera. Si le sobraba algo, lo donaría a alguna institución que lo necesitara.

Mientras limpiaba una de las mesas de la sala de fumadores - de la cual ya se había acostumbrado al olor horrible - pensó en Matías, hacía varios días que no se veían porque Ivo había salido más tarde en la última semana ya que era temporada de turistas. Cuando llegaba a su casa eran las doce de la noche y no servía para nada, ahora entendía porque los humanos siempre se quejaban de que estaban cansados.

Se tomó un momento para pensar en lo que había pasado unos meses atrás. En ocasiones, cuando se sentía muy tranquilo, o muy alterado - siempre viviendo en los extremos - pensaba en ese dulce beso que había compartido con Matías dentro de la casa del mayor. Le gustaba recordar la suavidad con que los labios del contrario se habían apoderado de los suyos, de una manera lenta pero que le había hecho temblar el cuerpo, ni hablar de sus alas que parecían a punto de explotar en las correas que las sostenían. Lo había tomado completamente por sorpresa, de ningún modo se esperaba que Matías lo besara, y mucho menos con esa suavidad.

Los ángeles no comparten sentimientos humanos, ellos no se enamoran. Los "matrimonios" funcionan de otro modo en el cielo, allí todo es por compromiso y los niños nacen de una manera diferente, algo que en la Tierra dirían que es mágico. Se conciben con un poco de polvo - paradójico ¿no? - y los pocos días, un ángel aparece en la canasta que dejan en la ventana, se supone que de ahí nace la leyenda de la cigüeña que deja a los bebés en las canastas. Los ángeles bebés son pequeños como un bebé humano, pero tardan mucho más en desarrollarse, hasta que alcanza los diez años - en tiempo de ángeles - a partir de ahí es un proceso rápido. El color de sus alas es elegido al azar, pero dependiendo de la cantidad de colores y el color específico es que obtienen sus poderes.

Ivo siempre había sido un romántico, desde su primer viaje a la Tierra había buscado a las parejas felices, tomadas de la mano, bailando, paseando con sus hijos. Incluso había sacado varios libros de una biblioteca, unos "clásicos románticos" para saber qué significaba estar enamorado, le gustaba aprender sobre las cosas que no podía sentir, y no comprendía por qué. De pequeño y hasta su adultez había sido muy curioso, y una vez había leído que "la curiosidad mató al gato" y él muchas veces descubrió que era cierto.

Pero en el momento en que Matías lo besó, todo lo que había aprendido en esos libros se volvió cierto. Un cosquilleo se había apoderado de su vientre y de sus alas, las sensaciones en los ángeles eran diez veces mayores que en los humanos y se proyectaban en sus alas. Un rubor había cubierto sus mejillas pero no le importaba porque Matías no podía verlo, había cerrado los ojos al instante que sus labios se habían rozado, así que Ivo hizo lo mismo que el mayor. De ningún modo quería que se separe de su boca, pero sabía que Matías tenía que respirar en algún momento, al igual que él pero su respiración era más duradera. En cuanto sus labios se despegaron, se miraron a los ojos un momento, ninguno dijo nada porque estaban agitados, el mayor mucho más. Ivo suspiró al recordar lo que Matías le había dicho luego del beso, otra cosa que lo sorprendió por completo.

Mi misión - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora