Capítulo 18

47 6 2
                                    

Ivo sobrevolaba el cielo nocturno con una amplia sonrisa en su rostro, su nuevo puesto de ángel guardián era todo lo que había deseado desde su infancia y ahora que lo tenía se sentía plenamente feliz.

Luego de completar con éxito sus primeras diez misiones, el Consejo le había dado esa maravillosa oportunidad porque sabían cuánto Ivo deseaba ayudar y salvar a los humanos, su padre lo había apoyado en todas sus decisiones y todas las noches lo acompañaba al Círculo para despedirlo y darle nuevas indicaciones, recordándole siempre las reglas que no debía romper para que el Consejo no lo despojara del trabajo de sus sueños, seis años siendo ángel guardián y su padre le seguía recordando las reglas.

Sonrió al detenerse en lo alto de un edificio, esa noche le tocaba cubrir Seúl, sabía perfectamente que Matías vivía allí con su esposa – la cual estaba embarazada – y hacía poco había encontrado un buen empleo de profesor de Historia en una escuela primaria. Seguía los pasos de Matías cuando lo mandaban a cubrir la parte de Corea, el mayor había estado en varios lados, terminando la secundaria, luego en la universidad, con las prácticas, pero finalmente se había instalado en Seúl con su novia – de la cual no recordaba su nombre – y la última vez que lo había "visitado" pudo apreciar la pequeña y redondeaba panza de la mujer, se sentía feliz de saber que él estaba formando una familia, realmente se merecía lo mejor de lo mejor y ahora lo tenía.

Se quedó unos largos minutos esperando, miraba el cielo de vez en cuando y también los callejones, sabía que Matías estaba en su bar favorito al que le gustaba ir los viernes por la noche por la música en vivo, algunas bandas eran terribles pero de todos modos él siempre iba, Matías había desarrollado un gran amor por la música desde que Ivo se había ido de su vida y con el pasar de los años, ese amor había aumentado en lugar de disminuir.

Cuando lo vio salir su corazón se aceleró y sus alas se tensaron, gracias al cielo – literalmente – ya no debía llevarlas atadas con las correas, podía ser libre de extender sus alas y volar por donde quisiera, por supuesto dentro de los límites y reglas que le daban los ángeles. Se suponía que en ese momento debería estar varios metros más arriba para que ningún humano lo viera, pero tenía que ver a Matías. Bajo con mucha lentitud del techo del edificio para no hacer ningún ruido, lo último que le faltaba era llamar la atención de las personas que pasaban por ahí, aunque era un callejón desierto, la puerta del bar estaba cerca y por lo tanto había bastante circulación de gente. Lo observó salir, su radiante sonrisa estaba presente como cada noche que salía de ese lugar, vestía unos jeans rotos de color negro y una camiseta blanca, parecía tan joven y feliz, Ivo sintió su corazón hincharse de emoción y deseó poder abrazarlo y besarlo, aunque sabía que eso no era posible.

Matías hablaba con unos chicos jóvenes, quizás eran los miembros de la banda que había tocado esa noche, él se tomaba el tiempo de hablarles y darles consejos a aquellos que creía tenían más futuro prometedor, pero sin embargo, en ocasiones también le hablaba a las bandas que no eran tan buenas y les aconsejaba para que mejoraran, todos en el bar adoraban a Matías. Lejos había quedado ese chico que intimidaba a los demás para poder mantener su corazón intacto. Cuando los chicos finalmente se subieron a su camioneta Ivo observó a Matías, el mayor colocó las manos en los bolsillos delanteros del pantalón y comenzó a caminar, era el momento de irse.

Quizás fueron los nervios y el gran deseo de verlo de cerca una vez más, su cuerpo lo empujó a seguirlo y lo hizo, pero al dar dos pasos tropezó con los cubos de basura del callejón, era bastante torpe con sus pies ya que desde que había sido ascendido, casi no los usaba. Se levantó de un salto y se escondió detrás de la pared, pero ya era tarde, Matías lo había escuchado.

-¿Quién está ahí? – había escuchado esa voz amenazante antes, de hecho muchas veces cuando se habían conocido. Su corazón latía como loco, quería salir volando con urgencia, pero todo su cuerpo le pedía a gritos que lo enfrentara, que lo viera y tocara una vez más - ¿quién está ahí? – volvió a susurrar Matías, su voz aún más amenazante. Ivo podía imaginarlo en su típica postura de defensa, sus puños cerrados y los dientes apretados, quizás estaba un poco asustado, pero lo dudaba, el mayor nunca se había acobardado con nada – Salga quien quiera que sea.

Mi misión - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora