Capítulo 11

37 8 2
                                    

Ivo se sentía bastante molesto por los comentarios de Matías antes de la película, es decir, sabía que él no creía en Dios o en las religiones, porque la mayoría de las personas que pasan por cosas como las que él había pasado no se inclinaban por la fe, sino todo lo contrario. Pero, le dolía mucho saber que no creía en los ángeles – no creía en él – aunque, en defensa del joven, no tenía idea que Ivo era uno de ellos, y mucho menos sabía que tenía como misión salvarlo de un destino incierto y peligroso. Tampoco tenía que saberlo nunca.

La película no estuvo mal, aunque había demasiada sangre para su gusto aunque sabía a la perfección que era falsa sino hubiese salido corriendo de la sala, los ángeles odiaban la sangre porque en la mayoría de los casos presagia muchos problemas. En mitad de la película, miró a Matías que se encontraba realmente pensativo o concentrado, por la poca luz no podía distinguir su rostro, así que le tomó la mano y pudo ver como sonreía, en toda la función no volvió a soltarlo. Aunque estaba enojado con él, le gustaba sentir su tacto, le gustaba sentir la felicidad que corría por el cuerpo del mayor cuando estaban juntos, especialmente cuando sus manos estaban unidas.

-Ivo, ¿estás bien? – le preguntó el mayor por segunda vez desde que habían salido del cine. Habían caminado un par de cuadras sin soltarse, sus manos llevaban unidas tanto tiempo que sentía como comenzaba a sudarle, pero si a Matías no le importaba a él mucho menos.

En ese instante tuvo la necesidad de decirle la verdad. Quería decirle que era un ángel, que realmente existían al igual que Dios, el cielo y el infierno, pero sabía a la perfección que no debía hacerlo, los ángeles guardianes además de cuidar a los humanos, vigilaban a los ángeles en sus misiones, no podía arriesgarse a perderlo todo sólo por un comentario de Matías, después de todo él podía creer lo que quisiera cada uno era libre en su cabeza. Pero, una pequeña voz en su cabeza – nuevamente sonaba como Anya – le decía que debía contarle, debía ser honesto con él, entonces recordaba lo que le pasaba a los ángeles que eran expulsados del cielo y pensaba en el rostro decepcionado de su padre, no podía romper las reglas. Tampoco podía arriesgarse a vivir una vida alejado de Matías, si le decía la verdad corría el riesgo de perderlo, el joven podría tomarse muy mal el hecho de que fuese un ángel, entonces quedaría desterrado y solo. De ningún modo podría soportar eso.

-Estoy bien, Matías ya deja de preguntar – amplió más su sonrisa para convencer al mayor y le apretó con suavidad la mano – sólo estoy un poco pensativo porque... no sé cómo agradecerte lo que has hecho por mi esta noche – Matías se detuvo al escucharlo y con su mano libre le acarició la mejilla con suavidad.

-Ivo, esto no es ni la mitad de lo que tú has hecho por mí desde que llegaste a mi vida. Trato de compensarte pero siento que no me alcanzará la vida para eso – el menor no pudo más que sonreír ante aquellas hermosas palabras, sabía que dentro de Matías había un chico adorable, que estaba dispuesto a querer pero había formado una gran muralla de protección.

-No quiero que me lo compenses de ningún modo, créeme que tu sonrisa es más que suficiente – el silencio nuevamente se hizo presente entre los dos jóvenes, se miraron a los ojos como lo habían hecho muchas veces en los últimos meses. Deseando besar al otro nuevamente, pero algo dentro de ambos se lo impedía.

-Me había olvidado qué era sonreír hasta que llegaste – bajó su mano un poco más hasta posarla en el cuello del ángel, luego la movió hacia la nuca del menor y lo acercó un poco más – quien lo diría, nosotros juntos acá y yo como un imbécil siendo feliz junto a ti.

Ivo sintió cómo sus piernas comenzaba a flaquear, ¿acaso había escuchado bien? Se mordió la parte interna de la mejilla, deseando con todas su fuerzas rodear el cuello de Matías y atraerlo hasta sus labios. La insistente voz le pedía a gritos que lo hiciera, que lo besara de una vez por todas, los ojos de Matías en ningún momento habían abandonado los suyos y eso lo ponía todavía más nervioso.

Mi misión - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora