3

10 0 0
                                    



          De vez en cuando era duro sobrellevar y manejar algunas situaciones de mi vida, pues no era fácil con 20 años tener un bebé, observando como las demás personas de tu misma edad salen a menudo, se relajan y son libres, pero en realidad no me gustaba quejarme porque esta había sido mi decisión y de cierta forma estaba orgullosa, Ian era lo que yo necesitaba para vivir y pasara lo que pasara él siempre iba a ser mi pequeño angelito y el recuerdo más grato de Harry, la persona que más ame en mis momentos más oscuros y el que voy a amar por todo lo que me queda de vida.

A fin de cuentas yo era normal, simplemente que me había adelantado a algunas etapas de vida. Hoy Ian y yo iríamos de compras al súper mercado, era domingo y nos habíamos quedado sin comida.

-Ahora sí, estás listo. – le sonreí y termine de subir el cierre de su chaqueta –Trata de no romper nada esta vez ¿Entendido?

-Está bien, mami. – asintió en conjunto con su cabeza y me abrazo -¿Compraremos galletas? – sonrió y yo reí.

-Solo si te portas bien. – añadí y apenas termine de hablar sonó el timbre, fruncí el ceño porque no esperábamos a nadie y además era domingo, me acerque a la puerta y me sorprendí al abrirla, había venido tres veces después de la primera vez esta semana pero pensé que había regresado a la ciudad –Hola. – hable tratando de ocultar los nervios que él aun podía causar en mí.

-Hola. – saludo él con una sonrisa tímida, desde la primera vez que vino no hemos hablado mucho, simplemente viene y esta con Ian y luego se va.

-Pasa, aunque ya íbamos de salida. – añadí pero él siguió adelante en busca de Ian, le había tomado muchísimo cariño en los últimos días –Pensé que te habías ido.

-¡Harry! – grito el pequeño apenas lo vio y le saltó encima hasta que su papá lo cargo y lo abrazo.

-¿Cómo estás? – le pregunto Harry haciendo que mi pregunta quedara en el aire.

-Muy bien, vamos a comprar galletas. – rápidamente hablo -¿Quieres venir? – pregunto y Harry me miro preguntando con sus ojos y yo solo me encogí de hombros.

-Claro que sí. – respondió y dejo al niño en el suelo y volvió a mirarme, se rasco la nuca y volvió a hablar –Volví a la ciudad a arreglar algunos asuntos y de una vez aproveche de tomar unas vacaciones temporales para ver más seguido a Ian, espero que no te moleste. – dijo con timidez y por dentro yo estaba derritiéndome, lo vería seguido aunque bueno, no era por mí, aunque da igual de todas formas lo vería, sonreí tratando de no ser tan efusiva.

-Está bien para mí. – hable tan serenamente que me sorprendí yo misma –Ya hay que irnos. – tome mis llaves y la chaqueta y salí, espere a que Ian y Harry salieran y volví a cerrar, camine rápido para alcanzarlos y espere a que Ian tomara mi mano como siempre lo hacía, pero en espera me quede porque él ya iba de la mano de Harry, por un segundo no supe que hacer y quise decirle que tomara la mía pero si lo hacía no tendría sentido todo lo que planee, no importara cuan celosa me pusiera mientras más Ian dependa de Harry y no de mí, mejor.

Coloque a Ian en su asiento para niños y Harry se sentó a mi lado no muy convencido, él aún tenía cierta desconfianza y temor hacia mí y no lo culpaba. Conduje a una velocidad normal, no había mucho tráfico pero llovía un poco y me daba algo de miedo, el auto estaba en total silencio a excepción de Ian que tarareaba alguna canción, Harry lo miraba de reojo y sonreía y yo lo miraba a él de reojo y trataba de no sonreír, quizás el peor error que cometí en mi vida fue haberme ido aquella noche. Al llegar él bajo al pequeño mientras yo iba en busca de un carrito de compras, los espere para entrar y apenas entramos Ian tomo a Harry de la mano y corrió con él en busca del pasillo de galletas y dulces, él siempre hacia eso conmigo, de nuevo estaba celosa, pero ¿Cómo no estarlo? Él era mi pequeño, quizás esto lo arruine yo sola con mis celos y mi sentido de pertenencia y protección sobre Ian. Trate de quitarme todo de la cabeza al empezar a escoger las cosas que nos hacían falta, leche, huevos, carnes, pollo, tocino, pan, etc. Revise la lista improvisada que había hecho minutos antes de que llegara Harry y ya casi tenía todo solo faltaban los jugos, gaseosas y cereales, en todo el tiempo en que llevábamos aquí no había visto a los chicos y me preocupaba un poco, tal vez Ian este volviendo loco a Harry o Harry este volviendo loco a Ian, cualquiera de las dos era creíble, pero a penas esa idea paso por mi mente escuche un llanto y luego un grito ronco pero a la vez muy afeminado, había hablado muy pronto. Empuje con rapidez el carrito en dirección del llanto y del grito, gire un pasillo y los hallé, el pequeño Ian sentado en el piso llorando haciendo un berrinche nivel 6 y Harry frente a él con una caja usándola como escudo y sin moverse, parecía aterrado, observarlo me recordaba algo que había vivido antes de tener a Ian.

-¿Qué sucede aquí? – me acerque a los dos y los mire, Ian rápidamente dejo de llorar y Harry bajo la caja de galletas y se escondió atrás de mi como un bebito.

-Yo no le hice nada. – lo señalo Harry aun sin salir detrás de mi espalda –Él simplemente empezó a llorar y me aventó una caja de cereal. – explico el chico de ojos verdes.

-¿Eso es cierto, Ian? – lo miré arqueando una ceja y el pequeño hizo puchero y se limpió las lágrimas con sus manitos para proceder a hablar.

-Harry me dijo que no podíamos llevar mis galletas y que llevaríamos esas. – explico el niño tomándose su tiempo para pronunciar cada palabra y señalando una caja de galletas rojas, Ritz, al verlas supe que era verdad. Mire a Harry y negué con la cabeza, al parecer no había cambiado en lo absoluto.

-Podemos llevar las dos. – añadí y coloque las dos cajas en el carrito, suspire y me agache para tomar en brazos a mi bebé -¿Puedes llevar el carrito? – le pregunte a Harry y él asintió con la cabeza y sonrió, caminamos a otro pasillo y termine de colocar las cosas que nos faltaban. Al caminar un poco más Ian fue añadiendo más dulces al igual que Harry, si seguía así él tendría que pagar la mitad de la compra. Deje al pequeño en el suelo para que me ayudara a poner cada cosa en el mostrador para pagar, aunque la mayor parte del trabajo la hizo Harry, la cajera lo miraba embobada, casi tiraba baba, al facturar todo, saque mi tarjeta pero cierta persona fue más veloz.

-Tranquila, yo pago. – me dijo y siendo sincera me sorprendió y aún más cuando llevo cada bolsa hasta el auto sin decir nada, si seguía comportándose así no va a quitarme de encima de él.

-Gracias. – fue lo que se me ocurrió decir cuando nos encontrábamos camino a mi departamento, él me miro y sonrió.

-No hay de qué. – suspiro y prosiguió pero en tono más bajo –Lyah, quiero que no te confundas, todo esto que estoy haciendo es por Ian, solo por él, no quiero herirte así que no llegues a pensar que esto tiene que ver contigo. – hablo sutilmente pero de igual forma se sintió como un puñetazo en el estómago que me dejo sin aire, como miles de cubos de hielo golpeando mi cuerpo continuamente, de una forma u otra estaba consciente de lo que él había dicho pero era más doloroso escucharlo, fue en realidad muy doloroso.

-No debes preocuparte, Harry. Si quise que vinieras es por Ian, él es quien te necesita. – me encogí de hombros y seguí con mi mirada fija en la carretera, el silencio llego dejándonos un poco aturdidos hasta que Ian volvió a hablar.

-¿Te quedaras a cenar, Harry? – al parecer volvían a ser amigos, él me miro en forma interrogativa y yo afirme.

-Solo si pruebas mis galletas. – le sonrió y pude ver a través del espejo como Ian también le sonreía.

-Está bien. – accedió sin quejarse y aplaudió, él hacia eso cada vez que estaba feliz, el verlo feliz a él me hacía sentir muy afortunada, Ian se merecía lo mejor, todo lo que yo no tuve, una familia unida y mucho cariño.


At My BestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora