Capítulo 6

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-¿Cómo va todo? -preguntó Delfina a Ámbar mientras descansaban en el roller

La rubia no tuvo que pedirle que fuera más específica para saber a lo que su amiga se refería y, se alegró de que Jazmín estuviera enferma y no estuviera por ahí porque sino no duraría en grabar la serie de preguntas para después subirlo a su blog.

-Genial -se limitó a contestar Ámbar con una sonrisa-. Simplemente genial.

Delfina sonrió.

-Parece que el chico es toda una joya. ¿Cuánto tiempo van a esperar para conocerse?

Ámbar levantó la cabeza de su celular para encontrarse con la mirada de su amiga.

-¿Conocernos?

-¿No han hablado de eso todavía? -preguntó la pelinegra sorprendida-. Normalmente, cuando dos personas congenian por Internet quedan para encontrarse en la vida real. Para conocerse mejor y así.

-Nunca se me había ocurrido -admitió Ámbar.

-¿Y bien? -preguntó Delfina cerrando el espacio entre ellas y poniendo sus manos en el brazo de Ámbar en un gesto de apoyo-. ¿Quieres conocerlo?

La rubia desvió la mirada y se quedó pensativa. Había cruzado por su mente descubrir quién era su misterioso amigo virtual. ¿Por qué no iban a conocerse? Si disfrutaba de su compañía online, lo más seguro es que fuera igual o incluso mejor en persona.

Giró la cabeza para volver a mirar a Delfina y la inclinó de manera casi imperceptible mientras elevaba ligeramente su voz.

-Sí, me gustaría conocerle.
Delfina emitió un chillido y apretó el brazo de Ámbar.

-¡Tienes que preguntárselo! Y cuando diga que sí, yo te ayudaré a prepararte para la ocasión.

Ámbar no pudo evitar contagiarse de la emoción de su amiga. Aunque se contuvo de una manera en que sólo una chica como ella sabría hacerlo, su corazón latía desbocado ante la perspectiva. Le conocería muy pronto.

Lo que no sabía Ámbar es que, al otro lado de la mesa, el corazón de un castaño mexicano, su misterioso amigo virtual, latía de la misma manera por una razón completamente diferente.

-¡Pedro! -gritó Simón tan pronto como cruzó la puerta de su apartamento de vuelta del Roller-. ¡Necesito ayuda!

El otro chico asomó la cabeza desde detrás de la cortina de su cuarto frunciendo el ceño visiblemente confuso. El tono suplicante en la voz del mexicano sugería que estaba en problemas, lo que se confirmó cuando el chico encontró a Simón comiéndose las uñas desesperadamente.

-Pensé que estabas haciendo la compra -comentó lentamente Pedro analizando cada gesto de Simón y preguntándose a qué se debía la tensión a la que estaba sometido su compañero de piso.

El mexicano se sirvió un vaso de agua y se lo bebió de un trago para acabar dando un golpe con el vaso en la encimera.

-La compra puede esperar. Éste es un problema serio.

-¿Qué te pasa? -preguntó Pedro preocupado acercándose a Simón y poniendo una mano sobre su hombro.

-Ámbar va a pedirme que salga con ella -contestó Simón visiblemente agobiado.

Una vez más, las cejas de Pedro se juntaron en confusión.

-¿No era eso lo que querías?

-¡No a mí, a mi yo online! -puntualizó Simón llevándose las manos a la cabeza.

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