Capítulo 14

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El lunes por la mañana Simón se quedó esperando fuera de la mansión de la rubia desde muy temprano. Sonrió abiertamente cuando Luna salió vestida con su uniforme del colegio y bajó por la cuesta en dirección a la parada del autobús. Diez minutos más tarde, el mexicano vio a Ámbar salir de la casa y detenerse al darse cuenta de su presencia.

Cruzó lentamente el camino de entrada con sus manos hundidas en los bolsillos de sus tejanos para encontrarse a medio camino con Ámbar.

-Simón -la saludó Ámbar con un suspiro.

-No estoy contigo por diversión -quiso aclarar Simón rápidamente-. Siento si he dado esa impresión, pero esto no es sólo una "relación con derechos".
Ámbar no dijo nada y simplemente se quedó mirando fijamente a el mexicano.

-Lo entiendo, tienes secretos -prosiguió Simón-, y ya sé que eres una persona reservada. Simplemente es que… bueno, si ya nos hemos conocido mejor por mails, no entiendo por qué no podemos hacerlo ahora.

Simón suspiró y captó la mirada de la rubia, que seguía callada.

-¿Sabes cuál es el error del que más me arrepiento? Haber gastado todos mis ahorros para perseguir a Luna pensando que iba a corresponder mi amor-Ámbar abrió la boca para decir algo pero Simón siguió hablando-. Pero si no lo hubiera hecho, yo no hubiera viajado, ella no me habría rechazado y yo no te habría conocido.

-Simón, confesar uno de tus secretos mejor guardados no cambia el hecho de que pides demasiado de mí -dijo finalmente Ámbar.

-Yo me exhibí por ti -respondió Simón en el mismo tono firme con que Ámbar había hablado-. Dejé secretos de mi vida circulando por ahí, cosas que no había dicho a nadie.
-Yo no te pedí que lo hicieras -respondió Ámbar a la defensiva.
-Simplemente quiero una relación de verdad contigo, Ámbar, ¿es eso mucho pedir? -Simón formuló la pregunta como un ruego que quedó flotando en el aire por unos momentos.

-Sí -respondió finalmente Ámbar.
La dureza en su voz tomó por sorpresa a Simón.

-Bien. En ese caso, no tengo nada más -Simón suspiró abatido y sacudió la cabeza-. Es todo lo que me quedaba. Ya sabes todo sobre mí. No voy a forzar más la situación.

El mexicano bajó la mirada, lo que le hizo perderse la mirada dubitativa en los ojos de Ámbar antes de comenzar a patinar hacia lo lejos.

¿Acababa Simón de romper con ella? Ámbar se lo preguntó al tiempo que caminaba hacia la escuela. Había observado al mexicano alejarse y se había quedado después plantada en su sitio con la boca entreabierta.
Tenía que admitir que el mexicano había hecho un trabajo impecable en sus citas, rara vez había hecho demostraciones de afecto en público y recordaba todo lo que le contaba en los emails. Pero Ámbar encontraba muy difícil abrirse a otra persona cuando no estaba escondida detrás de la pantalla de un ordenador.

Caminó lejos de la mansión aún perdida en sus pensamientos. Sabía que las intenciones de Simón habían sido las mejores cuando la había llevado a los establos, pero el solo olor a heno había sido suficiente para que la dolorosa ola de recuerdos de David y su trágico final inundara cada rincón de su mente. Por si fuera poco, también la confundía lo inmensamente fácil que había sido volver a estar encima de un caballo con alguien que no fuera David… y la sensación de estar con alguien.
Todo esto la había asustado sobremanera, así que se había cerrado en banda.

Soltó un grito ahogado cuando se pasó una señal de stop y estuvo a punto de ser atropellada por una camioneta. "Todo va a estar bien", se prometió a sí misma mientras entraba con cuidado en una intersección. Simón iba a volver y todo iba a volver a estar bien. Harían como que no había pasado nada y seguirían adelante.

Pero Simón no volvió. Ámbar se vio obligada a asumirlo cuando el horario escolar llegó a su fin. No llamó, no mandó ningún email, no escribió ningún mensaje de texto.

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