Capítulo 5

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Ámbar se situó cerca del mostrador del Roller mientras esperaba su té y su panecillo de manzana de la mañana.

La rubia se daba cuenta de que, desde hacía un mes, le costaba mucho menos relajarse, sonreía más y mantenía conversaciones casuales con los viandantes sin necesidad de hacerlo falsamente. Impresionante si se tenía en cuenta que había terminado una relación hace poco.

Justo aquella mañana, había sentido interés y preocupación por la madre de Luna y le ayudó a recoger unas bolsas que se le habían caído. No estaba segura de cuál era la causa de su repentina amabilidad, pero se daba cuenta de que incluso su madrina había empezado a acercarse más a ella.

Ella estaba yendo todos los días a la escuela y, por primera vez en mucho tiempo, había entablado una conversación con su madrina durante la cena unas noches atrás. Parecía que su buen humor era contagioso. Tomó nota mental de compartir más tarde estas buenas noticias con su misterioso amigo virtual.

Agradeció a Pedro con un gesto de la cabeza cuando el camarero colocó su té y su panecillo enfrente de ella y le entregó el dinero de su desayuno. Después, levantó la tapa desechable de su té y sopló con suavidad sobre la bebida permitiendo que el líquido caliente calentara las palmas de sus manos e inundara sus sentidos.

-Buenos días Ámbar.

Ámbar cerró los ojos. Vaya, qué rápido se había esfumado su buen humor. Levantó la vista y agitó la mano a modo de saludo.

-Simón, estoy segura que irás a la junta que hará Julianna sobre la pista ¿verdad?

Simón sonrió.

-No me la perdería.

El mexicano caminó hasta el mostrador y se sentó al lado de donde Ámbar estaba de pie mordisqueando su panecillo.

-Eso no es precisamente un buen desayuno -comentó Simón.

-Tiene razón. Un chocolate y un muffin es una opción mucho más apropiada.

-Es que siempre te había imaginado del tipo de chica que toma un desayuno fuerte por las mañanas -reconoció Simón encogiéndose de hombros despreocupadamente.

-¿Y por qué me imaginas en absoluto? -preguntó Ámbar levantando una ceja.

Simón abrió la boca titubeando brevemente.

-Es sólo que, bueno, tu cocinas -explicó Simón. Los ojos de Ámbar se agrandaron y se apresuró a terminar-. Quiero decir, Jazmín lo mencionó una vez.

-Bueno, ayer tuve compromisos que me mantuvieron despierta hasta tarde -admitió Ámbar.

Simón volvió su cara brevemente para esconder su sonrisa de satisfacción. En las raras ocasiones en que Ámbar y él estaban libres al mismo tiempo, su intercambio de emails se volvía tan frecuente que parecía que hablaban por mensajería instantánea. La noche anterior, los dos se habían quedado mandándose correos hasta bien entrada la noche, cuando Ámbar por fin se fue a dormir.

-Espero que haya valido la pena -dijo Simón intencionadamente dando un buen trago de su bebida para ocultar su sonrisa.

Ámbar inclinó la cabeza hacia atrás claramente confusa pero decidió ignorar el comentario. Volvió a meter su panecillo de manzana en su bolso y cogió su té para llevar.

-Nos vemos. Por favor llega a tiempo. Sino se atrasa la junta



Simón llegó tan a tiempo que se presentó en el lugar demasiado temprano. Había decidido esperar a Luna ya que ella también iba a ir a la misma junta pero la mexicana aún no estaba lista y le comentó que mejor se fuera sólo. Salió a caminar un rato en lo que esperaba a que pasase el tiempo para que comenzara la junta.

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