Siete (tres) minutos en el Paraíso.

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Después de que Jason fue con Selena al armario, donde pasaron tres minutos besándose - tarea sorteada para ellos - la ronda volvió de nuevo, una vez más.

Esta vez, Camila fue la primera en sortear y mi corazón casi falló con un golpe de ansiedad y nerviosismo. Yo quería que ella me eligiera, pero tenía miedo de lo que podría salir como reto y de querer hacer para ella cualquier tarea que me fuera asignada.

Y cuando mi nombre escapó de su boca, más bajo que su tono normal, tuve que contenerme para no abrir una sonrisa.

- Beso en la boca - dijo, leyendo el papel rápidamente y luego lo devolvió a la bolsita.

En el segundo siguiente que sus palabras llegaron a mi oído, yo ya me imaginaba dentro de aquel armario, mi boca cubriendo la suya, sintiendo el sabor de aquellos labios que hace apenas unos minutos habían sido los responsables de dejarme excitada.

No sabía lo que estaba pasando conmigo. Nunca había traicionado a Diana antes, aunque la oportunidad no había faltado, con tantas enfermeras, médicas y hasta algunos pacientes que vivían encima de mí en el hospital. Pero parecía haber algo en Camila que me impedía pensar de forma racional.

Me levanté en silencio, tomando mi dosis de vodka que Luna me extendió. Pero poco después de voltear el líquido, me llevé la botella de cerveza a la boca, vaciando en ella todo el vodka antes de que una gota ni siquiera bajara por mi garganta. Tal vez yo estaba siendo idiota en no querer estar borracha aquella noche. Mi lado ciego decía que aquello era la cosa más sensata a hacer, con tantos adolescentes en la casa interesados ​​apenas en embriagarse más allá de lo permitido. Otra parte de mí también decía que igualmente había una mínima tentación rodeándome, haciendo posible una traición a Diana, entonces lo mejor para hacer era incluso quedarse sobria, para ser más fuerte y resistir. Sin embargo, yo sabía que eso era sólo mi mente queriendo engañarme. Lo que yo quería, en realidad, era estar totalmente consciente cuando sienta el sabor de esos labios, porque algo me decía que sería algo que me gustaría recordar para siempre.

Una vez más acompañé a Camila hasta el armario, abriendo la puerta hacia ella y la cerré después de entrar también.

Vi cuando ella se apoyó en la misma mesita de la esquina donde yo había estado en la ronda anterior y lentamente me acerqué, parándome delante de ella. Su mirada se abrió de sorpresa y su cuerpo retrocedió un poco, pero sólo lo que la mesa a su espalda le permitía.

-Ah, no tiene que hacerlo, Dra. Jauregui - ella habló en un susurro, su cara volviendo a teñirse.

- Pero yo quiero - retribuí también en un tono bajo, ya empezando a volverse ronca de ansiedad. Llevé una mano a su cara, acariciando la piel suave, y luego la llevé a su nuca, manteniéndola en el lugar. - ¿Puedo?

- Usted está casada.

-Lo sé, Camila -dije, me sentía medio impaciente, para luego cubrir su boca con la mía.

Para mi sorpresa, incluso con su aparente recelo anterior, en el segundo siguiente Camila ya correspondía al beso, jugando con mis labios como yo hacía con los suyos. Y así como había imaginado, esos labios suaves me llevaron al cielo. Casi me reí contra su boca al recordar el nombre del juego en el que estaba siendo partícipe. "Siete minutos en el paraíso". Creo que ese nombre nunca tuvo tanto sentido para mí, porque era exactamente como me sentía. Y cuando pedí pasaje con mi lengua, recibiendo su respuesta de inmediato, todo quedó aún mejor.

Cuando me dí cuenta, ya había vuelto a tirarla por la cintura, pegando nuestros cuerpos. Dejé mi mano entrar un poco por su blusa holgada, sintiendo la piel caliente y suave bajo mi palma.

7 Minutos en el Paraíso (TRADUCCIÓN) *CAMREN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora