Dolor

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-Elena, hay algo que quiero decirte-le dijo el castaño viendo fijamente a la morena.

Ambos estaban en el laboratorio de magia, en donde Mateo le enseñaba a Elena los diferentes tipos de magia para poder controlar mejor su cetro.

-¿Qué pasa, Mateo?-le preguntó la morena sonriendo, pero su sonrisa se desvaneció al oír aquellas palabras por parte del castaño.

-Te amo-comenzo Mateo-Yo...sé que no soy un príncipe. Sólo soy un simple mago, no poseo tierras, ni poder. Pero, desde el primer momento en el que te vi, he admirado a la mujer que eres. Sé que serás una gran reina, y cuando ese día llegué te acompañaré en las buenas y en las malas...Por eso, te quiero pre-preguntar-Mateo estaba sonrojado-¿Quieres estar conmigo y ser la reina de mi corazón?-pidió el mago real arrodillado.

Elena estaba sorprendida, sin embargo la pena la invadió porque no podía estar con él. Pues desde hace 1 mes que estaba saliendo con Gabe y lo amaba a  aquel capitán de la guardia real.

-No, Mateo. Lo siento, yo no puedo estar contigo. Te aprecio mucho como amigo, y eres el mejor mago real del mundo. Pero, sólo somos amigos-dijo la princesa.

-¿Es por Gabe?-preguntó el mago apretando los labios, estaba muy consciente de que Elena y Gabe últimamente estaban muy juntos, hasta una vez los vio coqueteando en uno de los pasillos del palacio. Sin embargo, quiso creer que no era nada serio.

-¿Cómo lo sabes?

-Sólo responde.

-Sí... Estoy saliendo con Gabe, aún no lo hacemos formal porque aún queremos conocernos. Más por mi parte-dijo Elena apenada al rechazar a su amigo.

Mateo desvío la mirada, se veía la tristeza en sus ojos. Pero sobretodo, estaba algo enojado.

-Ah, qué bueno. Felicidades, Elena. Al fin encontraste a tu alma gemela...en Gabe, él que casi nunca te apoya por miedo a que te pase algo. Él que es muy sobre protector hasta el punto de ser molesto. Él que aporta poco con tus planes para mejorar el reino. ¡Felicidades, princesa! De todas las tonterías que se me pudieron ocurrir de tu parte ésta es la mejor-dijo Mateo enojado.

-Mateo, yo...

-No, no hables. No necesito que me consueles. No te necesito por ahora-dijo antes de irse corriendo.

-¡Mateo!-le llamó Elena pero Mateo sólo se fue. De pronto la morena vio su tamborita, la cual dejó encima de la mesa. Ella abrazó aquel objeto mientras susurraba "Lo siento"

***

-Sé que no debí hablarle así. Sé que estuve mal. Pero yo tenía esperanzas, quería creer que ella correspondería lo que siento. La he anhelado tanto, la he amado. Escribí muchos poemas a su nombre, practiqué miles de confesiones. Hice lo imposible por ella...pero creo que no fue suficiente-dijo Mateo triste.

La rubia no sabía todo aquello que Mateo le contó, pues Elena no entró en detalles. Pero, al oír ese suceso sólo pudo sentirse mal por el castaño. El amor puede ser tan complicado.

-Mateo-comenzo Naomi agarrando su mano-Elena no tenía la intención de hacerte sentir mal, Gabe ya se la estaba ganando y por eso no pudo corresponderte. Pero...tú eres un gran chico, eres un gran mago real, eres un gran amigo. Siempre puedo contar contigo, te conozco desde hace años, sé que lo superarás-la rubia acarició lass mejillas de él, las cuales seguían húmedas-Se que Elena no saldrá de tu mente tan fácil, pero el amor es algo hermoso. Las cosas siempre pasan por algo, de seguro ella no era para ti. Y no sé quién pueda ser aquella mujer que te acompañará por el resto de tus días, pero... Tengo confianza en que cuando la encuentres ella te hará muy feliz. Pero, sé que también amas la magia, por esa razón, vuelve al castillo. Te necesitan, todos en el castillo están preocupados, extrañan a su mago real. Te extrañan a ti, porque eres especial-dijo Naomi sonriendo causando que Mateo también sonriera.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora