Un lugar llamado Chaldea

La travesía de los Tres Sabios

(...) Saunas y Termas de Chaldea 

En este baño, los tres espíritus heroicos solo estaban cubiertos por una toalla y parecían estar dialogando cosas sumamente importantes. Sin embargo, uno de ellos había salido momentáneamente a atender una llamada, en cuanto entro nuevamente, los observo con interés.

—Lamento la interrupción señores ¿En que estábamos? —Preguntó el azabache mirando a los dos científicos que tenia delante suya.

—Nos iba a explicar el motivo por el cual estamos aquí y también el por qué aun no electrifico a este león —Comentó Nikola, haciendo enfadar al servant.

—¡Te voy a destruir esa cara de mierda que tienes Tesla! —Insultó el inventor con furia.

—A mi fue a quien se le ocurrió primero la idea de matarte, aunque no es raro que estés copiando mis ideas, Thomas —Burló provocando que el sujeto gruñera.

—¡Basta los dos! Sois hombres de ciencia, el master me pidió que hablara con ustedes y lo convenciera de hacer las paces —Comentó Ford intentando mantener la calma.

—¿Con que propósito? —Cuestionó Édison.

—Por supuesto, con el propósito de que se lleven bien —Sonrió Henry disimulando las verdaderas intenciones.

—No, el master sabe que nos odiamos desde hace mucho... Debe tener que ver con montar la red eléctrica de la nueva región de Chaldea —Denotó Tesla con un aura de sabiduría.

—Por favor amigo, si eso era todo era muy sencillo lo que tenias que hacer —Habló Thomas con un aire de sabiduría.

—¡Solo tenias que pedirle al mejor inventor de Chaldea que te hiciera el favor! —Exclamaron los dos al unísono, acto seguido se voltearon y chocaron miradas con furias.

—Si bueno, el master dijo que hoy era el día libre de Da Vinci. Así que hizo énfasis en que trabajaran juntos para hacer el mejor sistema eléctrico de todos los tiempos —Suspiró Henry, notando que sus palabras de poco servían.

—Pues perfecto, debiste haber empezado por allí —Alegó Tesla levantándose y caminando hacia fuera del sauna.

—Si hombre, a veces eres malo expresándote —Acotó Edison sacudiendo su melena.

—Esperen... Eso quiere decir que ¿He conseguido que estéis de acuerdo? —Dudó contento Ford.

Los dos servants voltearon y comenzaron a reírse fuertemente, tanto que hicieron que el economista se cabreara.

—Por supuesto que no, sin embargo, es inevitable que si Édison y yo trabajamos en equipo crearemos un sistema increíblemente bueno. Jamás hare tregua con él, pero solo por esta vez estaré dispuesto a hablarle —Dijo Tesla poniéndose su camisa.

—Estoy de acuerdo en eso, ahora vámonos Henry, dejemos de perder el tiempo y comencemos a trabajar —Se emocionó Thomas abandonando los saunas.

—Cielos... Que fríos son esos hombres de ciencia —Meditó el magnate —¡Oigan espérenme!

Corriendo tras ellos, los encontró hablando con una mujer enana y de apariencia extravagante. Una caster a quien Ford no conocía todavía, sin reparos, el hombre de negocio se acerco interesado.

—Buenas tardes, no creo haberla visto antes por aquí ¿Puedo saber su nombre? —Preguntó con amabilidad el Rider.

—Helena Blavatsky —Se presento con respeto —Usted debe ser el popular Henry Ford, su fama lo delata —Comentó de forma picara.

—¿Perdone? ¿Mi fama? Oh por supuesto, los coches —Carcajeó el empresario.

—No precisamente... —Se le escapo una risa a Edison.