Capítulo 3

147K 9.1K 2.6K
                                    

DECISIONES ARRIESGADAS


Trago saliva, bastante nerviosa con la situación, pero de igual manera no permito que el miedo me consuma porque si llegaba a hacerlo, él iba a conseguir secuestrarme.

—¿No te han enseñado a respetar a las mujeres, imbécil? —le pregunto sin bajar mi mirada, mientras me trataba de soltar, pero el maldito me había sujetado con mucha fuerza.

—¿No te han enseñado a cerrar la maldita boca, niña?

—Oh, al parecer los dos nos hemos perdido esas clases, qué pena. —le comento, soltando de inmediato un jadeo involuntario al sentir como el imbécil había presionado más fuerte mi brazo.

Sin molestarse en seguir con la conversación, comienza a arrastrarme con dirección al vehículo.

—¡Suéltame, imbécil! —chillo, negándome a obedecer— ¡Ayúdenme, por favor! —exclamo, alzando más la voz, esperando a que alguien se acercara a ayudarme— ¡Este hombre me está intentando secuestrar!

—Cállate, maldición. —gruñe, obligándome a caminar con más rapidez.

—¡Suél...!

Iba a volver a gritar, pero enmudezco al ver como un bolso golpeaba bruscamente el rostro del hombre, causando que me soltara rápidamente.

—¡Malnacido! —exclama una señora de mediana edad, sin parar de golpearlo— ¡Deja a la pobre chica en paz! ¡Métete con alguien de tu tamaño! Corre mi niña. —habla en mi dirección— Ve al bosque. Ahí estarás segura.

«¿Bosque?»

—¡Deje de golpearme, señora! —vocifera, molesto.

—Señora tu abuela, malnacido.

Miro detrás de mí, logrando ver definitivamente el límite de un inmenso bosque. Sin querer permanecer más aquí, comienzo a correr, alejándome de ese imbécil que había tratado de secuestrarme y que aún no entendía por qué.

Al principio había sido muy amable, pero después cambió rápidamente con tan solo oír el nombre de mi abuela. «¿Por qué?»

Mis piernas cada vez aumentaban más su ritmo, mientras que al mismo tiempo mis manos se dedicaban a alejar cualquier rama que se interpusiera en mi camino. Sin haber estado más de cinco minutos corriendo, mi respiración comienza a ser irregular, haciendo que recordara el pésimo estado físico que tenía.

«¡Vamos Nora! Tú puedes».

No quiero que lo que hizo la señora por mí fuera en vano, así que ¡a correr que para eso tengo piernas, maldición!

Después de varios minutos sin parar, me detengo, sintiendo que literalmente me iba a morir. No oía más los gritos del hombre, ni tampoco las voces de las personas, lo cual me daba a entender que me había alejado lo suficiente.

Recuesto mi espalda en uno de los tantos troncos que había en este bosque y trato de recuperar el aliento, que por lo que veo me costará demasiado.

Correr definitivamente no es lo mío, para ser honesta, nada que implique esfuerzo físico es para mí.

«¿Abuela, dónde mierda estás? ¡Es un muy buen momento para que aparezcas!» Como no quería estar mucho tiempo sin moverme, decidí seguir mi camino, sin tener un rumbo fijo. La señora me dijo que iba a estar a salvo aquí, pero no me dijo a dónde tenía que ir exactamente.

Sin embargo, de un momento a otro, un aullido logró detener mis movimientos.

—Increíble, lobos. —suspiro— Lo que me faltaba.

Descubriendo un nuevo mundo. | Parte 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora