Capítulo 02

968 70 7
                                    

—¿Me estás diciendo que ya me toca la escena del beso? —repetí en una pregunta a mi asesora de escenas, Miriam.

—Sí, hubo cambios y tocó. Por cierto, no habrá ensayo.

—¿Y por qué no? —alcé una ceja, pasandome mil cosas por la mente.

¿Y si me tiene asco?

Si, como no.

—Porque no hay tiempo, estamos contra reloj, y si tenemos que repetir escenas, cuentan como ensayo —dijo mi asesora.

—¿Y dónde está?

—De hecho está haciendo unas escenas en las habitaciones... Pobres, les ha tocado mucho estas semanas —rió con una especie de pena y yo suspiré cansada.

—Ya ni me digas... ¡Estoy muerta! —me recosté en el sillón del camerino.

—Arriba, ya te toca —no dejó que descansara ni cinco segundos, porque me levantó rápidamente y me tendió uno de los guiones. —Demos un repaso. Vas a llegar...

—Voy a llegar enojada y azotándo la puerta —repetí cansada sabiendo ya lo que iba a hacer.

Las pestañas se me caían del cansancio de todo lo que estuve estudiando esta semana de incio de grabaciones. Ya me sabía unos capítulos de memoria.

—Bueno si ya sabes, entonces vamonos. No hay que perder el tiempo —asentí y ella sacó su wokie tokie para decir: —Anahí va en camino. Cambio.

Salimos del camerino y todo estaba solo en los pasillos, todos estaban haciendo algo menos yo.

—¿Me das agua? —pedí y ella me pasó una botella.

La bebí casi toda de un trago. Sentía la garganta seca.

Estaba nerviosa. No tuve tiempo de asilmilar que lo iba a besar.

Pero al fin de cuentas, ¿es trabajo no? No importa. No estoy traicionando a nadie, aparte sirve que así se me quita la tentación de cómo se siente besarlo.

Sí, sólo es un beso.

—Silencio, está grabando —me susurró Miriam. Asentí.

Llegamos a la locación de las habitaciones y ahí estaba él. Llorando.

Algo que si quiero mencionar, es que es excelente actor. Me enamoró -como actor nada más- a la primer escena que compartí con él, en este proyecto y en el anterior cuando lo conocí.

Es muy profesional en lo que hace, muy atento y muy concentrado, y muy guapo con ese uniforme.

Ush, cállate.

En lo que leí, según iba primero el beso en mi habitación, pero ahora toca la escena más dificil, la del forcejeo. Cambiaron todo.

—¡Corte! No te muevas de ahí -le dijo el director de escena. —Te toca Anahí, sin ensayo —se dirigió hacia mi—. Llévala Miriam.

Me llevó del otro lado de la habitación hasta la puerta.

Respiré hondo como siempre hago para no equivocarme, esperando la indicación del director.

—¡Silencio todos! Cinco, cuatro, tres... ¡Dos! —indicó y segundos después entré en escena.

Azoté la puerta, fuí hacia él y levantó la mirada hacia mi, con lagrimas. Se las apartó bruscamente, como mis siguientes acotaciones.

A ti te estaba buscando... —dije. Respiró y gachó su mirada de mi.

Que no sabes que está prohibido que las mujeres entren al cuarto de los hombres...

¡Eso no me importa! —interrumpí su voz ronquita por el llanto con un grito. —¡En este momento me vas a decir qué es lo que buscas!

Ya siento que le estoy gritando de verdad, y me gusta.

Okey, concentrate.

¿De qué me hablas? —responde nervioso.

¿De qué te hablo? —repito irónica. —De que primero vas y te haces el niño bueno con mi papá...

Sigo gritandole cosas hasta que recuerdo que tengo que pelar y empujarlo.

Que pena.

¡Qué es lo que quieres tarado! —grito y empujo. El no reacciona aún— ¡Contestame! —lo vuelvo a empujar— ¡Habla poco hombre! ¡Eres un asco... —Ups, se me fue una cachetada y creo que ya se enojó. —¡Contestame en este momento! ¿Qué quieres...?

No me grites feo, por favor. No pongas esa cara por...

¡Ya bajale a tu ego! ¡¿Sí?! —gritó exactamente como un mounstro. —¡Tu no eres el ombligo del mundo! ¡¿No te das cuenta?! —siguió y se me fue acercando y yo retrocediendo— Aparte hay chavas mucho más lindas, y menos frivólas y huecas como tú...

Okey, ahora siento como si me estuviera gritando a mi de verdad, y eso no me gusta.

Respóndele, con coraje.

Estúpido... ¡Estúpido..! —me atrevo de nuevo a empujarlo. —¡A mi no me vas a hablar así, eh!

¡Ya cállate! —me toma de las muñecas y no deja que le pegue.

¡Te estoy hablando! ¡Sueltame!

¡Cállate! ¡Ya cállate! —me toma más fuerte y yo forcejeo.

No, no me sueltes. Ahora sólo besame como dice en el libreto.

Sueltame... ¡Sueltame tarado..! —sigo forcejeando.

Hasta que siento su aliento ofuscado en mi cara, en mis labios. Hasta que siento chocar su nariz y su humeda boca y de alguna manera sus pestañas barren mi cara al momento de que cierra sus ojos como yo para disfrutar.

Nos besamos por primera vez, en la historia y en la vida real.

Oh por Dios. ¡Esto se siente tan bien! Es increíble.. ¡Es mágico!

Quiero detenerme a saborear la increíble sensación de sus labios contra los míos, pero recuerdo y para mi mala suerte que aquí están todos los camarografos, el director y Miriam, todos.

Forcejeo como una vil mentirosa, me resisto pero me hundo en sus labios también. Es extraño.

Justo cuando me canso de luchar, para fundirme en ese beso, siento como los aplausos resuenan y como una voz grita:

—¡Corte!

Lo Que Fuimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora