°Lo que nos unió° [SakuHima] (PAUSADA)

[13]

Sakurako se separó de la contraria aun muy cerca de ella, los nervios estaban presentes en cada parte de su cuerpo, tal vez a Himawari no le gustó lo que hizo.

– Y-yo. . . Lo siento si te incom-- – fue callada por un dedo de la mayor, la castaña la miraba atónita.

– No digas nada – Himawari le susurró en el oído haciendo estremecer a la de ojos café – vayamos a dormir es tarde – se separó de ella y salió de aquella sala.

La pobre Sakurako se quedó estática con su cara tintada del rojo más fuerte que existe. Aquella chica la había vuelto a ganar, su mirada que traspasaba su orgullo y sus acciones dominantes la volvían loca, estaba claro que caería a sus pies otra vez.

Giró varias veces su cabeza para caminar hacia la habitación de Himawari. Ella ya se encontraba allí solo con su sujetador y un short corto puesto, esto puso el doble de nerviosa a la castaña.

– E-eh yo. . . – otra vez se había quedado sin palabras, el físico de su novia era tan envidiable y perfecto.

– Sakurako ambas sabemos que esto no es nada extraño – dijo la de cabellos azules acercándose a su pareja, era cierto pero antes en vez de fijarse en su hermoso cuerpo prefería pelear por el busto de la otra .

– Lo siento – agachó la cabeza avergonzada cosa que realmente sorprendió a Himawari por haber oído como pedía disculpas.

– No pasa amor – se acercó a su castañita tomándole la cintura con una mano y con la otra levantándose la barbilla para que la mirara, le dio un corto beso en los labios volviendo hacia el closet.

"Me va a volver loca"

Pensó Sakurako mientras veía como Himawari buscaba en aquel armario. Después de unos pocos minutos volvió a dirigirse a ella con unas prendas en su mano.

– Toma, es ropa tuya que decidiste dejar aquí la última vez que veniste – la castaña cogió su ropa y miró a Himawari para que se girara, le daba vergüenza y conociéndola le podría hacer cualquier cosa.

– ¿Qué pasa? – miró confundida la de pelo azul – No me digas que tienes miedo a que te haga algo – se acercó a la contraria tomándole de la cintura y acercándola a ella.

– Idiota. . . – solo apartó la mirada hacia el suelo, la había pillado.

– Ya, ya mira me tapó los ojos – al contestar aquello se tapó los ojos con ambas manos mientras reía.

La castaña se dispuso a cambiarse lo más rápido que pudo y cuando al fin se había puesto la camisa sintió a Himawari agarrándole de espaldas.

– Tienes un cuerpo hermoso cariño – apoyó su cabeza en el hombro de su novia dándole pequeños besos.

– Himaaaaa – la menor solo reía por las cosquillas que le provocaba aquella hermosa chica.

– Vamos a la cama – Sakurako se giró y la miró seria.

– Eso sonó mal. . . – la de ojos café reía feliz mientras que la otra solo sonreía al ver como ella estaba contenta.

Al fin había conseguido quitar todas esas preocupaciones de su castañita.