°Lo que nos unió° [SakuHima] (PAUSADA)

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Los escasos rayos de luz traspasaban aquella cortina fina avisando que el día había llegado, por desgracia o alegría para algunos. En aquella habitación se encontraba una chica con un cabello corto de color castaño bastante claro, ella solo se frotaba sus ojos cafés algo cansada por las horas a las que llegó a echarse, después de haberse estirado un gran dolor se apoderó de su cuerpo, más en su cabeza, se retorcía de dolor al punto de hasta gritar, cosa que no hizo al darse cuenta de que esa no era ni su cama ni su habitación. La pequeña de cabello claro sintió frío por todo su cuerpo para luego darse cuenta de una cosa esencial, no tenía su ropa puesta, es mas, estaba esparcida por toda la habitación que no lograba diferenciar por aquel dolor en su cabeza y cuerpo.

Aún quieta por lo que le estaba sucediendo sintió como alguien a su lado se movía, Sakurako esperando lo peor se giró viendo a una persona tapada hasta la cabeza. Después de un rato pensando en si acercarse o no, decidió tirar por la primera opción moviendo un poco aquella manta viendo un cabello color azulado.

"No puede ser" Pensó la pequeña sintiendo que en sus mejillas se encontraban en el mismísimo infierno por el calor de ellas.

– ¿H-Himawari? – empezó preguntando la pequeña mientras movía a su mejor amiga.

– Himawari d-despierta – siguió insistiendo mientras la movía más rápido.

– ¡DESPIERTA IDIOTA! – finalizó con un golpe en el brazo de la más mayor viendo como ella iba abriendo sus ojos.

– Sakurako que haces aquí. . . – le preguntó sentándose mientras se frotaba los ojos.

– ¡Idiota! – le gritó Sakurako al ver que Himawari se encontraba en la misma situación que ella en el tema de cansancio y prendas, eso último fue lo que provocó el comentario de Sakurako – ¡Pervertida! –

– ¿Eh? – cuando al fin la mayor se dio cuenta de cómo se encontraba la menor su cara se transformó en la mismísima tomatina Española – ¿¡¿Qué haces así en mi casa, en mi cama?!?

Ambas amigas peleaban del por que se hallaban en esos estados, gritos más gritos, era lo único que se oía en aquella habitación, era raro que los vecinos de la peliazul no se hubieran quejado muchas veces. Varios minutos después ambas dejaron de pelear observando la ropa, ahora en el suelo y mesa, para luego mirarse unas a otras con solo una pregunta en sus cabezas.

"¿Qué pasó ayer?"