Capítulo V

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*Anastasia*
5 años después

El castillo está en completo silencio. En los pasillos las personas llevan en sus manos una vela y susurran cosas que no logro escuchar mientras que afuera del palacio los guardias buscan desesperadamente al culpable.

Al pasar todos me miran con lástima y tristeza lo que no saben es que detrás de mi rostro, aparentemente devastado, se esconde una sonrisa triunfante. Sea quién sea el culpable tiene mi más grande gratitud.

Entro en la habitación cerrando la puerta a mis espaldas, lejos de los curiosos ojos detrás de ella. Trato de disimular mi felicidad al caminar hacia ellos. Frente a mí, inmóviles en su cama, se encuentran los amados Reyes de Alemania.

-Anastasia... -Jacob me llama con su débil voz.

Me acerco lentamente hacia ellos deteniéndome  al pie de la cama.

-Por favor, perdónanos, Ana. -suplica Ximena en un susurro.

-¿Perdonarlos? ¿Por qué exactamente, ser crueles conmigo o por haberme arrebatado a mi familia? -les respondo indiferente.

-Ana, nunca quisimos esto para ti. -se excusa Jacob.

-Eso lo tengo claro, no me quieran en absoluto.

-Anastasia, estamos muriendo...

-Se nota -interrumpo a Ximena.

-No desquites tu enojo hacia nosotros con el pueblo -prosigue- ellos no tienen la culpa de nada.

-No se preocupen. Ya pueden morir en paz, tienen mi palabra.

-¿Fuiste tú, no es cierto? ¿Tú nos envenenaste? -pregunta Jacob mirándome a los ojos con tristeza.

-No, no fui yo. -les respondo- Pero me siento alagada que me crean capaz de esto. Si los hubiera querido matar hubiera sido hace años y no envenenados. -sus ojos me miran esperanzados con una pizca de arrepentimiento. Paso saliva con dificultad recordando todos esos años de llorar hasta quedarme dormida.

-Anastasia, no dejes que el odio gobierne tu corazón. -dice Jacob.

-Si yo los hubiera querido matar, no sería envenenados -vuelvo a decir pero esta vez con rabia- Los haría sufrir, gritarían de dolor, me pedirían piedad y desearían nunca haber aceptado a la hija de Alexandra Aragón.

-Prométenos que encontrarás al culpable de nuestra muerte. -dice con voz débil la gran reina de Alemania.

Los miro por unos segundos sin decir una sola palabra.

-Lo prometo.

-Gracias Ana, no sabes cuanto...

-Y cuando lo encuentre -la interrumpo- le daré las gracias.

Me doy la vuelta y salgo que la habitación sin mirar atrás. Las personas en los pasillos miran con tristeza a la próxima reina de Alemania, salen lágrimas de coraje de mis ojos, ellos me arrebataron todo pero llegó el día en que pagarán.

Las campanas suenan fuera del castillo, las velas se apagan dejando que solo las antorchas alumbren el palacio de luto, algunas personas lloran, pero gracias a la oscuridad nadie puede notar la sonrisa sobre mis labios al caminar por los interminables pasillos.

Al pasar por los pasillos hacen reverencia hacia mí.

-¡Larga vida a la Reina Anastasia!

Ahora sí, finalmente, después de todos estos años de espera, soy la reina y voy a recuperar el trono de Rusia.

Mi LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora