Capítulo IX

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*Anastasia*

Las trompetas suenan en todo el castillo anunciando su llegada. He estado esperando este día desde mi coronación. Esta alianza podría ser la futura destrucción de Astrid. Ambas tenemos tanto en común...

El carruaje llega justo en el tiempo planeado. Toda la Corte de reúne esperando a los invitados de honor, mientras que Hans y yo abrimos paso entre la multitud.

Del carruaje baja una chica exactamente como la imaginaba. Su cabello café claro, ojos tan oscuros como los de su madre, la elegancia y porte de su padre y una sonrisa impecable. Leda York viene acompañada por su esposo, el rey Diego, tiene un cabello café con chinos perfectos, profundos ojos cafés claros y claramente enamorado de Leda.

La elegancia de su reino se nota con tan solo mirarlos. El vestido verde olivo de Leda está decorado con pequeñas incrustaciones de diamantes negros, collares, aretes y anillos de oro la acompañan a todas partes.

-Reina Anastasia, Rey Hans, es un gusto conocerlos

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-Reina Anastasia, Rey Hans, es un gusto conocerlos. -dice Leda.

-El gusto es nuestro, me alegra que hayan podido venir en tan corto tiempo.

-El viaje fue corto pero estoy exhausta. -dice Leda con una pequeña sonrisa.

-Claro que lo están, Lady Margaret les mostrará su alcoba para que puedan instalarse. -dice Hans amablemente- Bienvenidos al Castillo de Invierno.

Los miro adentrarse en el castillo, conforme van caminando, la corte hace reverencia ante los reyes de Inglaterra y Dinamarca.

-Esto va a ser divertido... -susurro.

-¿Cuál es el plan? ¿Contarles todo?

-No, aún no. Primero debo de asegurarme que puedo confiar en ellos.

Hans es el único que sabe toda la verdad. Me demostró que podía confiar en él, y más que mi esposo, es mi cómplice en todo esto. No nos casamos por amor, solo por poder, y al saber que alguien está dispuesto a darlo todo por poder, es la única señal de que de algo me tiene que servir todo el sacrificio que he hecho.

-¿Está lista la fiesta de bienvenida? -pregunto adentrándonos en el castillo.

-Esta noche conoceremos quiénes son amigos y quiénes no. -me responde Hans con una sonrisa cómplice.

-Que comience el juego.

****

Horas más tarde comienza la tan esperada celebración.

En mi alcoba mis damas me preparan para destacar entre todos. Sarah solo supervisa que todo lo hagan perfecto.

-¿Prefieres el vestido plateado o el rojo? -me dice Sarah mostrándome los vestidos.

-¿Con cuál me vería mejor?

-Sólo soy tu dama de compañía, no hago milagros. -dice sarcástica.

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