En mis sueños estas conmigo.

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Aquella tarde me quedé pensando en lo que mi hermano menor me había dicho, tal vez tenía razón pero ¿Cómo puedes vivir sin el amor de tú vida?

Me levanté de la cama poniéndome frente al gran espejo de mi habitación, lo limpie un poco con mi mano ya que estaba lleno de polvo, me mire fijamente y una lágrima rodó por mi mejilla.

Mi cara estaba totalmente irreconocible, mis grandes y moradas ojeras se notaban a kilómetros, mi rostro era extremadamente delgado al igual que mi cuerpo, me veía demacrado, pálido, mis ojos eran horribles, rojos e hinchados, por un momento visualice al Alonso de hace algunos meses, lleno de vida, tan feliz, aquel Alonso que se miraba cada mañana frente a ese espejo admirando lo bien que se veía, lo bien que se mezclaba su blanca piel con lo rosado de sus mejillas, lo lindos que eran sus ojos azules con toques verdes, el buen cuerpo que tenía, pero sobre todo aquella blanco sonrisa que lo hacia verse radiante... pero, después volví a la realidad, mi realidad donde parezco estar más muerto que vivo, donde me veo horriblemente asqueroso.

Me puse de rodillas frente al espejo y comencé a llorar por lo bajo para evitar que alguien me escuchará, pero eso no duró mucho ya que no pude evitar soltar gritos de dolor, me levanté con rabia y lance mi silla de escritorio hacia ese maldito espejo rompiéndolo en mil pedazos, lance todo lo que podía, golpeé la pared con desesperación, mi madre entró acompañada de mi padre y aquel enfermero que era el encargado de sedarme cada noche, intenté resistirme, pero una vez más fui vencido, sentí el líquido recorrer mis venas y minutos después caí inconciente.

Columba.

Ví a mi pequeño desvanecerse, lo tome entre mis brazos, odiaba pasar por esto cada día.

-Señores Villalpando, si no les molesta voy a pedirles que salga, necesito revisar a Alonso.-ambos asentimos y salimos de la habitación.

-Querida todo va a estar bien, nuestro Alón estará mejor.

-No digas mentiras.-baje las escaleras dirigiéndome a la sala, busque en una caja y tome un álbum de fotos.

Me senté en uno de los sofás y abrí aquel álbum, la primera imagen que vi fue tan dolorosa que no pude evitar llorar, eran Jos y Alonso de pequeños unos meses después de que se conocieron cuando eran "los mejores amigos del mundo" como ellos se hacían llamar, y entonces recordé él día en que se conocieron.

*flashback*

Era un día asoleado, una nueva familia se había mudado al vecindario, para ser específica la familia Villalpando, la madre de aquella familia estaba acomodando algunas cosas mientras sus pequeños jugaban.

Él timbre sonó y un pequeño y curioso Alonso abrió la puerta.

-¡Mami! Te buscan- la mujer se dirigió hacia la puerta con rapidez.

-Mi amor, ya te e dicho que no debes abrir la puerta sin supervisión.

¿Adios? ||J.V.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora