Capítulo 7

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29 de agosto de 1956.

09:21 am.

Es un día soleado, un poco naranja sobre el verdor del suelo y lo lúgubre de los edificios.

Me encuentro sentado en el pasto. Observando mis manos que son más largas de lo habitual.

Obvio.

Soy parte de un círculo formado por otros jóvenes también sentados. Creando música con nuestros movimientos.

Era inevitable no observar mis dedos, que por su culpa, esas finas cuerdas producían el temblor de la melodía.

Sostengo una caja de madera con curvas cóncavas y convexas que se ajustan perfectamente sobre mí.

Una hermosa guitarra.

Nunca había tocado una. Pero no sólo la estoy tocando, también estoy perfectamente ejecutándola, sin tener idea de cómo.

Los demás jóvenes se encuentran con otro tipo de instrumentos. Uno tiene palos con los que golpea frenéticamente el irregular suelo. Otro, con algo redondo y una especie de platillos en sus bordes, agitándolo gracias a la palma de su mano. Y los demás formando parte del agradable ambiente que se respira.

Todos extasiados por el alegre sonido que juntos creábamos, yo inconscientemente.

Nos detenemos al unisono y eso me permite observar mejor el panorama.

Detrás de mí se encuentra un letrero enorme con letras prominentes que dice: Quarry School. Y un poco más allá, a lo lejos, donde se pierden los escasos edificios, observo un pequeño lago.

Inmediatamente una llamativa voz me vuelve en sí, donde increíblemente soy yo cantando.

Todos me apoyan con sus voces y los sonidos que están permitidos realizar, haciéndonos uno.

No sé cuanto tiempo pudo durar todo ésto, pero qué fascinante cómo la música te lleva a un mundo dentro de otro, y más allá.

Pero ocurrió lo único que podía hacer que todo se detuviera. 

Un chico rubio, con una cabellera un poco elevada e indómita, llega a gritos y desespero a donde todos estamos sentados.

—¡Chicos, el director viene de camino! ¡si nos encuentra aquí nos expulsará de nuevo!

No fue necesaria ni una palabra más, cuando ya todos a paso firme nos dispersamos por el lugar.

Yo preferí irme junto al chico rubio, ya que si él nos avisa, probablemente estaba más enterado del por qué de nuestra masiva huida.

Nuestros pasos cada vez más se aceleraron, llegando a correr por un momento. 

—¡Vamos detrás del lago, John! —me dice, agitado.

Y eso hicimos, le dimos la vuelta a lo que parecía un parque, lleno de árboles frondosos y rodeamos el lago ya con más calma.

 No quería ser yo el que empezara a hablar, eso nunca se me ha dado bien, y menos en estas circunstancias donde ni idea del sitio en el que nos encontrábamos. Aunque, esa podía ser una buena pregunta.

—¿Dónde estamos? —digo tímidamente.

—John, ¿qué te pasa? ¿tomaste mucho anoche? —mirándome con extrañeza y una pizca de burla.— ese director sin vergüenza, cierto es que hemos hecho algunas cosas, pero está ya muy sensible. Le debe pesar esa gran cabezota.

Él esperaba que me riera, pero ni me inmuté. 

¿Qué habían hecho?

O mejor dicho, ¿qué habíamos hecho?

Sabía que ya las preguntas no me servirían, gracias a su respuesta sarcástica.

Me quedo observando el lugar. Los pájaros cantan en un día que cada vez es menos soleado, cada vez más gris. Un clima un poco raro.

Al ver que no dije nada más, intentó responder a mi pregunta.

 —Hey, estamos en el parque frente al colegio Quarry. ¿Estás bien?

No es mucha información, pero me quedé a gusto, mientras asiento con la cabeza. Y él continúa.

—¿Sabes? Estaba pensando en el nombre de la banda. Y ya que somos los que mandamos en este colegio, ¿por qué no llamarnos "The Quarry Men"?

Me llama mucho la atención el giro que dio la conversación, pero me gusta. Sin embargo, me causa gracia.

—Me parece bien. —digo mientras intento contener la risa.

—¿En serio? Pues bien. Entonces, somos The Quarry Men, aunque sabes que yo prácticamente no toco nada, pero se me ocurrió algo que puede que suene bien.

Realmente esta conversación para mí es muy extraña, entiendo pero a la vez no entiendo nada.

Así deben ser las conversaciones de los adolescentes, pienso. 

No pasó mucho tiempo cuando alguien habla firmemente.

—¡Peter Shotton! —dice una voz muy ronca pero forzada.

El chico rubio pega un brinco y su cara parecía haber visto a un espectro, volteando su cuerpo a la defensiva.

Era otro chico que se acercaba y su cara de burla estaba a punto de estallar. 

El chico rubio pasa del susto a la rabia, ruborizándose e insultando. 

—¿Te asustaste, Peter? Creías que era el director, ¿no?—se burla el chico que está llegando.— Cálmate, ya él y los maestros se cansaron y se fueron. No pueden con nosotros. Y ahora, cambiando el tema, ¿le contaste a John?

Ambos voltean a mirarme con una inmensa sonrisa, pero fue borrada inmediatamente gracias a una graciosa pelea entre ellos.

—Dile tú.

—No, dile tú.

—Ya yo lo convencí con el nombre de la banda, te toca a ti decirle.

—Pero es tu casa, tonto.

—Cierto...

El rubio, que por lo que veo se llama Peter, suspira y sólo se limita a decirme.

—John, espero que no tengas planes para hoy.


Nos dirigimos rápidamente a una calle un poco sombría.

Se habían unidos unos cuantos chicos más. Todos con algún tipo de instrumento u objeto que haga cualquier sonido particular. Y yo que no suelto la guitarra.

Llegamos a una casa un poco descuidada, y con una puerta que delata cada vez que la abren.

Entramos todos en fila y llegamos a una especie de habitación un tanto abandonada, llena de polvo y eco, pero por lo que veo, a nadie eso le importa.

—Chicos, aquí es donde podemos ensayar. —dice Peter tratando de poner entusiasmo.  

Todos nos miramos y nadie sabe que hacer realmente.

Peter incómodo sale de la habitación por un par de minutos. Para luego volver con lo que parece una tabla de lavar en una mano, y algunos dedales de varias formas y colores en la otra. Y así finalizar con la intriga, los nervios y el silencio.

—¿Están listos?  

Y el ruido inundó de melodía tosca todo el lugar, hasta que el grito de furia de una madre aturdida, nos hizo de nuevo huir a toda velocidad.


Liverpool, Reino Unido.

Inicio de la mítica banda The Beatles.

En el cuerpo de John Lennon.

Más allá de lo que vesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora