⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 5 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
Durante los últimos años la vida de Alaska no ha dejado de cambiar y sorprenderla siempre con nueva información o sucesos que le hacen cuestionarse muchas cosas...
Los magos y brujas comenzaron a levantarse de sus asientos, algunos se despidieron de Alaska y otros hasta le agradecieron antes de salir de la cocina. La rubia se terminó de beber el contenido de su vaso con tranquilidad antes de levantarse junto a Snape.
—Me iré primero —Le informó el hombre cuando quedaron a solas en la cocina—. Puedes volver a casa por Polvos Flu.
Snape no le respondió. Desde allí escucharon varios pasos que bajaban la escalera con rapidez. Curiosa, Alaska se adelantó y salió por el umbral de la puerta, apresurándose a llegar al vestíbulo. Snape sabía que no era amiga de los Weasley, así que suponía que alguien más se encontraba allí, tal vez Harry.
Por las escaleras, cuando un grupo de personas pasaban por delante de la hilera de cabezas de elfos domésticos colgadas en la pared, Alaska vio a Hermione, Ron y Harry, sin embargo, un poco más atrás los seguía Archer Tonks, su buen amigo.
—¡Archer! —Soltó la chica.
El pelinegro, contento e impresionado por la presencia de Alaska, se apresuró a bajar por las escaleras, pasando bruscamente por el lado de los tres amigos, saltó los últimos tres escalones y abrazo fuertemente a la chica, que también se había hecho paso para llegar junto a él.
—¡Merlín! Te he echado tanto de menos. —Dijo Archer contra su oreja, manteniendo una de sus manos contra su nuca.
—No sabes el alivio que sentí al verte —Agregó la rubia de forma ahogada, pues su rostro se encontraba a solo milímetros del cuello del chico—. He pensado mucho en...
Un golpe seco hizo que todos en el vestíbulo se sobresaltaran, Alaska incluso había dirigido su mano hacia el lugar donde guardaba la varita.
—¡Tonks! —Gritó la señora Weasley, exasperada.
—¡Lo siento! —Gimoteó Tonks, que estaba tumbada en el suelo—. Es ese ridículo paragüero, es la segunda vez que tropiezo con...
Sus últimas palabras quedaron sofocadas por un espantoso, ensordecedor y espeluznante alarido.
—¡Cerdos! ¡Canallas! ¡Subproductos de la inmundicia y de la cochambre! ¡Mestizos, mutantes, monstruos, fuera de esta casa! ¿Cómo se atreven a contaminar la casa de mis padres? —Gritaba el retrato de una anciana que echaba espuma por la boca, con ojos que giraban descontrolados y la amarillenta piel de la cara tensa y tirante.
Archer le hizo una seña con la cabeza a Alaska, indicándole que lo siguiera. En ese momento notó que la mirada de Harry había estado fija en ella desde que llegó. Y a pesar de que su misión era ganar la confianza de Harry, no le devolvió la mirada y mucho menos un saludo, tomando la mano de Archer pasó a su lado por la oscura escalera.
