⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 5 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
Durante los últimos años la vida de Alaska no ha dejado de cambiar y sorprenderla siempre con nueva información o sucesos que le hacen cuestionarse muchas cosas...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐸𝐼𝐺𝐻𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚜𝚊𝚝𝚒𝚜𝚏𝚊𝚌𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚍𝚞𝚛𝚊𝚗𝚝𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚟𝚊𝚌𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜.
—Aun no entiendo lo de Ann.
—Se fue a casa anoche, antes que todos. —Le contestó Theo.
—Pero, ¿por qué? —Volvió a preguntar Alaska. Se encontraban en un compartimiento con la puerta cerrada, junto a Draco, Blaise y Theo. Afuera comenzaba a nevar.
—Daphne me comentó que se quedó hasta tarde despierta, estaba haciendo algo a escondidas y creía que eran deberes, yo supongo que se trataba de cosas de vidente. Y luego tuvo un ataque.
—¿Un ataque?
—Eso fue lo que Daphne dijo, pero por la explicación que dio creo que sólo se alteró.
—¿Habrá visto algo? ¿del futuro? —Aventuró Alaska con preocupación.
—Es lo más probable.
—Fue con el profesor Dumbledore —Prosiguió Blaise—. Y después de eso nadie volvió a verla.
—Y cuando quise saber que ocurrió —Continuo Theo con la historia—, el profesor Snape me dijo que Ann había sido enviada a casa anoche.
—Eso es extraño, algo no debe andar bien. —Comentó Alaska con el ceño fruncido, debía enviarle una carta en cuanto tuviera tiempo.
El resto del viaje a Londres fue bastante rápido, ninguno habló mucho. Parecía que todos estaban sumergidos en sus propias preocupaciones. A las siete de la tarde el tren ya había arribado a la estación de Kings Cross, en Londres, y Alaska comenzó a sentirse inquieta, sabía que el momento que quería evitar pronto llegaría.
Cuando llegó a casa ya había anochecido, estaba vacía tal como Snape le advirtió la noche anterior. Pasaría las vacaciones de Navidad sola pues parecía que Snape tenía muchas cosas que hacer en Hogwarts y no tendría tiempo libre para acompañarla durante esos días. También tendría que ir a la reunión con el Señor Tenebroso por su cuenta, eso era lo que la tenía más nerviosa.
El día pronto llegó, la víspera de Navidad. Alaska viajo hacia la guarida donde se encontraba el Señor Tenebroso y cruzó los los ya conocidos setos. Sólo se detuvo al llegar a una pequeña puerta con manija de plata, titubeo un instante y, acto seguido, abrió la puerta.
El salón no se encontraba vacío, alrededor de una mesa se encontraban al menos una decena de magos, todos guardaron silencio en cuanto ella apareció. El Señor Tenebroso se encontraba en la punta, sentado en su habitual gran y elegante silla junto a su gran serpiente que se enroscaba a su lado.
—Alaska, ya era hora, esperaba tu visita —Habló Voldemort con su característica voz, sus rojizos ojos estaban fijos en ella—. Acompáñame, no necesitamos público para esto.
