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Durante los últimos años la vida de Alaska no ha dejado de cambiar y sorprenderla siempre con nueva información o sucesos que le hacen cuestionarse muchas cosas...
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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝑁𝑇𝑌 𝑂𝑁𝐸 ) 𝚎𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘𝚜 𝚌𝚘𝚕𝚊𝚝𝚎𝚛𝚊𝚕𝚎𝚜.
Febrero estaba llegando a su fin cuando las cosas comenzaron a salir mal para Alaska y sus amigos. Había estado tan ocupada con el ultimo partido de Quidditch que tuvo que prescindir del tiempo que ocupaba con Harry para terminar sus deberes, y eso fue un gran error. Pero no se dio cuenta hasta que ya no pudo arreglar el problema.
El lunes por la mañana entró al Gran Comedor para desayunar en el preciso instante en que llegaban las lechuzas con el correo. Ann se dirigió con rapidez a la mesa de Slytherin, pues esperaba con avidez su ejemplar de El Profeta: casi todos los estudiantes estaban ansiosos por saber más noticias sobre los mortífagos fugitivos, quienes todavía no habían sido detenidos, pese a que muchas personas aseguraban haberlos visto. Alaska sabía que la mayoría mentía.
—Nuevamente no hay noticias. —Se lamentó la castaña con un mohín, dejando a un lado el periódico mientras que, como de costumbre, Alaska quemaba con su varita todas las cartas de odio que recibía de forma anónima.
—Has recibido más que de costumbre. —Notó Draco con el ceño fruncido, preocupado de que algo pudiera haber pasado.
—No lo noté. —Comentó la rubia sin darle muchas vueltas al asunto.
—¿No han publicado ningún articulo nuevo sobre Al? —Preguntó el chico, agarrando el periódico abandonado por Ann y comenzando a revisar cada una de sus páginas.
—Nada por lo que pude ver.
Draco pudo confirmar aquello, pero sus preocupaciones no se aliviaron. Y a media mañana aparecieron colgados enormes nuevos letreros por todo el colegio, no sólo en los tablones de anuncios, sino también en los pasillos y en las aulas.
POR ORDEN DE LA SUMA INQUISIDORA DE HOGWARTS
Cualquier estudiante al que se sorprenda en posesión de la revista El Quisquilloso será expulsado del colegio. Esta norma se ajusta al Decreto de Enseñanza n.°27.
Firmado: Dolores Jane Umbridge Suma Inquisidora
Alaska no supo la razón de aquel decreto hasta final del día. Aunque no había visto ni un trocito de El Quisquilloso en todo el colegio, los alumnos se las arreglaron para esconderla a simple vista y hablaban entre sí de la entrevista. Pudo escuchar que cuchicheaban mientras esperaban en fila para entrar en las aulas, y que la comentaban a la hora de comer y durante las clases; pero ella aún no lo leía y no estaba segura de querer averiguar de qué se trataba todo el asunto.
Esa tarde, antes de la cena, se encontraban en la biblioteca terminando los deberes que les habían asignado esa semana. Se habían mantenido en completo silencio hasta que Draco y Ann llegaron junto a su mesa, seguidos de Crabbe y Goyle.
