Capítulo 5 (Parte 3)

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    Ambos estaban dormidos. Renata descansaba su cabeza en el pecho de Christopher mientras él la abraza con fuerza.

Christopher abrió los ojos despertándose de su sueño. Miró a su lado y se sorprendió al ver que su sueño era realidad. Se levantó con cuidado de no despertarla y caminó hasta el baño.

    Mientras Renata seguía dormida en la habitación, otra persona entraba a esta sigilosamente y vestida como miembro del personal del hospital.

    Se acercó a Renata lentamente y cuando estaba a poco más de un paso ella se despertó.

—Mmm... Chris... —murmuró despertando.

Se removía en la cama hasta que se quedó helada al ver a la persona que estaba frente a ella.

—Alma, qué haces aquí? —dijo mientras sus ojos casi se salían de órbita.

—Tranquila, Dulce. Venía porque me mandó Moretti para que te inyectara la sustancia —explicó y Renata la miraba aterrada —. Pero no pienso hacerlo. Escúchame, cuando salgas de aquí no puedes ir a tu departamento. Seguramente lo deben de estar vigilando. Tienes que irte con Christopher lo más rápido posible. Si Moretti los encuentra y descubre que ya lo sabes todo, los matará a los dos.

Renata no podía desconfiar de ella. Alma siempre había sido buena con ella. Entonces asintió con la cabeza.

—Gracias Alma.

—De nada Dulce —le dijo sonriendo.

    Caminó hacia la puerta pero cuando estaba apunto de salir se detuvo y volvió la mirada hacia Renata.

—Y Dulce, ten mucho cuidado. Protege a tu familia. Ok?

—De acuerdo.

    Salió de la habitación y cuando cerró la puerta Christopher salió del baño.

—Estás despierta... —dijo sonriendo.

Se acercó a ella y depositó un corto beso en sus labios pero se alejó rápidamente, se notaba algo inseguro. Renata sonrió y acarició la mejilla de él.

—Ey... Tranquilo. A poco no te gustan mis besos? —sonrió intentando bromear.

—No, sí me gustan. Es sólo que... —comenzó a decir nervioso sin captar la broma.

—Entonces nunca más dudes en besarme... Ok? —lo interrumpió.

Él asintió sonriendo y comenzó a estudiar todas sus facciones.

—Ahora quiero que me des los buenos días como se debe —le ordenó ella.

    Christopher sonrió y poco a poco fue acercándose a ella hasta unir sus labios en un beso lleno de amor...

En otra parte de la ciudad...

    Ana iba caminando por el centro comercial en busca de sus amigas. Ella se había perdido como una tonta, pues no recordaba bien cómo era de grande el centro, había estado demasiados años fuera de México.

    Iba caminando concentrada en su celular, donde una de sus amigas le pasaba por mensaje las indicaciones de donde debía ir para reencontrarse con ellas.

    De pronto choca contra alguien y todas sus cosas caen al suelo.

—Mierda!

    Se agachó para recojer todas sus cosas y la persona con la que había chocado también se puso en cuclillas para ayudarla.

—Discúlpame, soy un poco torpe —se disculpó el chavo.

—No te preocupes. Yo fui la que iba distraída con el celular —reconoció ella.

    Levantó la vista y cuando lo hizo se quedó embobada viendo al hombre que la ayudaba. Su cabello era rubio obscuro, y sus ojos negros como la noche, y su sonrisa... Se sentía derretir con su brillante sonrisa.

    Entre los dos terminaron de juntar las cosas del suelo y, cuando se levantaron, Ana tuvo mejor acceso para estudiar su cuerpo. Es alto y con torso duro, delgado y podía notar que era algo más grande que ella. Tal vez unos pocos años de más. El la miraba con su sonrisa y noto una pequeña sombra en su rostro. Una ligera capa de bello facial cubría su mentón.

—Y cómo te llamas? —le preguntó él sin dejar de sonreír.

—Ana. Y tú?

—Sebastián. Mucho gusto Ana, eres una mujer preciosa.

Sebastián tomo la mano de Ana y la acercó a sus labios para depositar un beso en el reverso de esta.

    Luego de charlar un rato y de intercambiar números de teléfono se despidieron prometiendo volver a verse. Cuando Ana ya se había ido, Sebastián tomó su celular y le marcó a un número.

—Y? —contesta Rodolfo.

—Misión cumplida. La sobrina calló redondita a la trampa.

—Genial.

Más tarde en el hospital...

    Renata y Christopher estaban charlando sobre todo y nada cuando la puerta del cuarto se abrió dejando a la vista a Ramiro que se adentraba dentro de la habitación.

—Buenos días... Cómo te sientes Renata?

—Mejor, mucho mejor —contestó ella.

—Pues qué bien. Ya puedo darte de alta. Eso sí, deberás venir una vez por semana para que te haga estudios, de acuerdo?

Renata asintió. Luego de que Ramiro se retirara, Christopher le tomó de la mano.

—Estás feliz de que ya podrás salir de este lugar? —preguntó con una sonrisa.

—Sí, oye... Puedo preguntarte algo? —dijo algo nerviosa.

—Claro preciosa, lo que quieras.

—Puedes llevarme a tu casa? Es que no quiero ir a mi departamento.

—Pero, por qué hermosa? —preguntó preocupado.

—Chris, tengo miedo. Por favor —le rogó.

—De acuerdo, preciosa. No hay problema en que te quedes en mi casa, yo encantado de recibirte. Aunque ya no tienes que tener miedo, yo siempre te protegeré —dijo y la atrapó en un reconfortante abrazo que la hizo temblar por dentro.

Eso ya lo sé. Tú nunca dejaras que me hagan daño.
Sólo que, ahora, yo soy la que tiene que protegerte a ti...

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Hola!

Qué les pareció este capítulo? Qué creen que planea hacer Rodolfo con Ana? Y Alma? Creen que Renata puede confiar en ella? Díganme qué creen que pase ahora.

Bueno, espero que les haya gustado...

Las quiero!💖
Besos!😘✌

Amor Perdido © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora