Capítulo 7 (Parte 2)

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México DF, casa Uckermann...

—Me divertí mucho Sebastián —dijo Ana con una sonrisa.

—Sí, yo también. Eres muy divertida —dijo él.

Ana se sonrojó y bajó su vista hacia el suelo. Sebastián la tomó de la barbilla y se la levantó suavemente haciendo que lo mirara.

—Eres hermosa cuando te sonrojas —susurró.

Ana sonrió y se mordió el labio inferior inconscientemente. Jugaba con sus manos, estaba nerviosa. Sebastián la ponía nerviosa.

—Oye... Quieres pasar? Podemos tomar un café o algo... —le invitó ella.

—Claro, me encantaría.

    Entraron a la casa y al entrar en la sala Sebastián silbó.

—Tu casa es muy linda —exclamó Sebastián viendo a su alrededor.

—Oh. Esta no es mi casa. Es de mi tío, es sólo que hizo un viaje con su nueva novia y mi madre y yo vinimos a cuidar la casa —explicó.

—Ah... Pues linda casa tiene tu tío.

—Sí. Ven, vamos a la cocina.

    Al entrar en la cocina Ana dió un respingo al ver a su madre sentada allí en la mesa.

—Dios! Mamá, menudo susto me has dado... —exclamó su hija.

—Oye, a poco soy tan fea? —dijo su madre dramática.

—No, es que...

—Tú debes de ser Sebastián —interrumpió Claudia a su hija tendiendo una mano hacia el joven muchacho que estaba detrás de Ana.

—Mucho gusto señora —Sebastián le estrechó la mano y ella volvió a sentarse.

—Oh, por favor dime Claudia.

—Está bien, Claudia.

—Y bueno... Dime Sebastián, de qué trabajas? O estás estudiando en alguna carrera? —preguntó Claudia curiosa.

—Mmm. No, no estudio. Soy científico y trabajo en un laboratorio de ciencias no muy conocido pero que es muy bueno —le contestó algo nervioso.

—Y... Cuáles son tus intenciones con mi hija? —le preguntó al ver que estaba nervioso.

—Mamá! Sabes qué, ya basta! —exclamó Ana al oír el interrogatorio que le estaba haciendo su madre a Sebastián.

—No, Ana no hay problema —respondió Sebastián.

—No. Cuando se pone así no hay quien la pare. Es mejor que te vayas —dijo mientras salía de la cocina y caminaba atravesando la sala hasta llegar a la puerta de entrada. Cuando volvió la mirada por encima de su hombro, Sebastián la estaba observando detrás de ella.

—En serio, no me molesta que me pregunte Ana —dijo él.

—No Sebastián, en serio. Mi mamá es muy sobreprotectora, no te recomiendo quedarte. En serio...

Sebastián suspiró resignado. Ana abrió la puerta y luego lo miró a los ojos y él asintió.

—De acuerdo. Entonces me voy —dijo sentido.

—Sebas por favor, no lo tomes a mal. Es que de verdad mi mamá es imposible y... No la soporta cuando se pone así —bufó.

—Está bien, te entiendo. A veces, mi madre es igual.

Ana le sonrió y lo observó mientras salía por la puerta. Se inclinó un poco en el marco de la puerta mientras la miraba a los ojos con una sonrisa.

Amor Perdido © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora