1-Christopher Blue

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Christopher Blue nunca fue, ni quiso ser, un buen hombre. Su vida se reducía a una serie de contradicciones cotidianas que hacían de él un ser humano que dudaba y pensaba. No viajaba demasiado, pero parecía extrañamente interesado en todo tipo de noticias relacionadas con acontecimientos que ocurrían a Europa, y cada cierto tiempo, revisaba su armario ropero donde guardaba una mochila enorme, llena de provisiones y de mudas de ropa sencilla.

Pero todo eso cambió cuando recibió la carta.

Si Christopher no hubiese tenido un pasado, la lectura de dicha carta no hubiera pasado del primer estado de asombro, pero este la leyó con sumo cuidado. Después de esto decidió quitar el polvo de su mochila y realizar un viaje extraordinario sin ninguna duda de si estaba haciendo lo correcto.

Nadie supo nada más de él, hasta que dos meses más tarde, unas farolas de una extraña calle al oeste de Moscú decidieron devolver con su luz el rostro completamente desfigurado de Christopher.

Este corría con una celeridad jamás vista en una persona tan aparentemente calmada, y corría en zigzag por unas calles cada vez más siniestras y oscuras. Cuando estaba a punto de amanecer se detuvo en un callejón estrecho de dudosa pulcritud y sacó del bolsillo de su chaqueta un cuchillo envuelto en un aura roja, adornado con pequeñas inscripciones.

Su mano tembló cuando el cuchillo quedó a la altura del pecho, pero su mirada parecía decidida y su destino marcado cuando, con un sonido estremecedor, se lo clavó justo en el corazón.

Sus ojos grises temblaron y en cuestión de segundos se apagaron, haciendo que Christopher tambaleara y cayera al suelo.

La última adivina [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora