Parte 3

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Quede en shock viendo como Fer pasaba de largo y entraba a mi casa.

¿Qué me había pasado?

Cuando logre salir del estupor, entre a mi casa, había mucha gente ahí y no me había percatado de ello. Ni de los autos aparcados afuera de ella. Habían personas en la sala, algunas con tazas de café y otras simplemente hablando. Amigos de mamá, mis amigos, algún familiar y hasta algunos profesores de la preparatoria, que había terminado hace un par de meses.

Busque a mi madre por toda la casa, hasta que la encontré en la cocina. Tenía una taza en su mano, estaba sola pero lo que más me sorprendió es que se hallaba llorando. Mamá nunca lloraba. No era una mala madre, solo que todo había sido muy difícil en su vida, mis abuelos la habían echado de su familia cuando descubrieron que estaba embarazada de mí, a sus 17 años. En palabras de ellos "había dañado su futuro, su reputación y a la familia", así que la tiraron a la calle, sin un peso y con una hija en su vientre.

Tuvo que conseguir un trabajo y criarme sola. Se esforzó toda mi vida pero no tener una familia que la apoyara, la afecto y no era capaz de demostrar sus sentimientos seguidos. Los "te amo" hacia mi eran escasos, pero no me importaba mucho porque sabía que lo sentía, y eso era lo importante. Ella nunca lloraba y ahora lo estaba haciendo ¿Qué pasaba?

- Mamá... - le dije, pero igual que con Fer, no me escucho - ¿Mamá? – repetí de nuevo, me acerque hasta donde estaba, estire mi mano con la intensión de tocarla pero antes de poderlo hacer su mejor amiga entro en la cocina.

- Ahí estas... - le dijo con un toque en su voz que no pude identificar en ese instante – te estaba buscando ¿Por qué no sales un rato?

- Es tan difícil.

- Lo sé, perder a alguien nunca es fácil - ¿Perder a alguien?

- Tenía tanto por vivir todavía ¿Por qué pasan estas cosas Corina?

- No sé qué decirte Marina, todo lo que te diga en este momento va a sonar mal, con el tiempo el dolor va disminuir.

- Era tan chiquita.

- Lo sé, era una niña increíble, quizás por eso la necesitaban en otro lado.

- ¿Pero por qué quitármela? Yo la necesito más – y empezó a llorar de nuevo mucho más fuerte - ¿Por qué mi hija Dios? ¿Por qué te llevaste a mi niña? ¿Por qué ella? ¿Por qué Violeta? – preguntaba mientras lloraba.

Y justo ahí caí en cuenta. Estaba muerta, el accidente no había sido un sueño. Estaba muerta y por eso nadie me veía, nadie me escuchaba, ya no era parte de este mundo. 

Dejarte IrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora