Dejarte Ir

Parte 4

Termine sentada en el suelo, con mis piernas en mi pecho. Estaba muerta.

Había muerto con solo 17 años.

Con tantos sueños por delante.

Con tanto por hacer.

Con tanto por brindarle al mundo.

Quería ser grande, cambiar el mundo, dejar huella.

Pero había muerto.

Y no había hecho nada de lo que me había propuesto.

Una vez pensé en ello, me vinieron otras preguntas a la cabeza.

¿Por qué seguía aquí? ¿No debería estar en el cielo? ¿Existía el cielo? ¿O las almas vagaban por la tierra por el resto de la eternidad? No tenía ni idea, nunca me había planteado estar preguntas cuando estaba viva. 

Pero no me había encontrado a nadie más raro en las horas que había estado por aquí, así que si debíamos ir a algún lado.

Y entonces ¿Qué pasaba conmigo?

Decidí ir a buscar a mis amigas. Las encontré en el patio exterior de la casa. Las cuatro estaban mal pero Mimi estaba llorando más. Mimi había sido mi mejor amiga desde el jardín de infantes, la iba a extrañar tanto.

Me senté con ellas aunque no me pudieran ver, ni escuchar. Simplemente tenerlas alrededor me daba fuerzas para lo que fuera que tuviera que pasar.

- ¿Piensan que debemos decírselo? – pregunto Fer al aire.

- ¿Decirle que a quién?

- Lo que paso... supongo que Violeta – trago saliva después de pronunciar mi nombre – hubiera querido decirle que ya no está.

- ¿Para qué? – respondió Mimi – El la dejo.

- Lo sé, pero ella no lo había superado, quizás...

- ¿Y si no le importa? – pregunto Sol - ¿Y si se lo decimos, no le importa, y de alguna forma Violeta está aquí y se pone peor?

- ¿Sigues con eso que es un alma vagando por la tierra? – ataco Rosa.

- Lo leí en algún lado – contrataco Sol.

- Él tiene derecho a saberlo, fueron amigos durante mucho tiempo antes que todo pasara, el querría saberlo.

Y ahí me di cuenta de quien hablaban. Nicolás.