➪ myg: 오빠

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Cuatro: 오빠

                   Estaba destinada a sentirme nerviosa cuando escuchaba el leve sonido de la puerta que me indicaba que en unos cuantos segundos mi cuerpo comenzaría a estremecerse con la visión de su cabello negro deslizándose por su frente. Tal vez haría esa típica mueca de indiferencia que me hacía galopar el punto tierno de mi corazón para segundos después esquivar la mirada como si no le importara, en un movimiento de soslayo en donde intentaba ocultar su lengua que pasaría perezosamente sobre sus labios delgados de aquél modo tan hostil y delicioso. Y otra vez mis dedos se entrelazarían en un intento de intentar hacer olvidar a mi mente aquella acción que lograba tener un sobrehumano efecto en mí. 

De algún modo, siempre intentaba ocultar la emoción que brillaba en las iris de sus ojos, con aquél carácter fútil e insípido. O al menos eso quería creer cuando acababa a mitad del camino hacia su puerta, con los nervios a flor de piel y trayéndole comida y una dosis de su diaria cafeína. Siempre regalándole una sonrisa cuando colocaba su café al frente de él en su escritorio y elevaba ligeramente la cabeza para observarme de aquél modo que me desconcertaba... que me confundía y que inconscientemente lograba que mordiera mi labio, en un intento por acallar el leve ardor que me producía la sensación de mi bajo vientre. Luego, el leve movimiento de la comisura izquierda de su labio ensanchándose en una lobuna sonrisa. Min Yoongi sabía absolutamente todo lo que lograba provocarme. Podría saber cuánto me quemaba la visión de su lengua siendo mordida por sus molares luego de ver como ésta se deslizaba sobre sus finos labios en un maquinal movimiento de chico endemoniadamente sexy. Yo desafortunadamente terminaba jodida bajo las reacciones calurosas de mi cuerpo y la cara de póquer que hacía cuando sucedía, como si nada de lo que habría causado sea de mucha importancia para él. Giraba la cabeza para entornar los ojos como si le resultara fastidioso mi corolario y volvía a abstraerse en su labor.

Afortunadamente, siempre sentía la sensación de bienvenida cuando percibía una cierta relajación en sus hombros y cuando no reprochaba nada del café y sólo lo tomaba. Esa impresión me daba la ilusión de que le agradaba mi presencia o bien, que simplemente conseguía tolerarla lo suficiente si no hacía ninguna holgazanería y lograba cabrearlo.

Pero esta vez era diferente la vibra de su cuerpo, en la forma en que ni siquiera levantó la vista para enseñarme el gesto de disgusto que lograba hacerlo entornar los ojos. Fue diferente cuándo escuché la desesperación en su respiración en el silencio del estudio mientras volvía otra vez al escritorio y lograba dar pasos agresivos e inclinarse pesadamente sobre éste. Siempre tensando aún más su espalda a medida que iban aumentando los minutos, en un gesto que pareció suficiente para mí para que no estropeara nada y mantuviera la boca cerrada. Aunque era ardua la tarea cuando lo había echado de menos desde la última vez en que lo había visto, donde su lengua se había colado en mi boca probándome, tocándome el paladar e intensificando el periplo bajo mis braguitas. Haciéndome retorcer de adrenalina ante el peligroso tacto de sus manos descendiendo desde mi cintura hasta mi trasero. Extrañaba las groserías golpeando contra la piel de mi cuello y la sensación de su pecho inflándose contra mi torpe tacto.

No sabía qué quiso probar cuando se acercó de ése modo, excusándose con que sentía una duda sobre algo que quería sentir.

- Déjame hacer algo. – tan despacio, con aquel gesto obnubilar en la esquina lateral de uno de sus ojos haciéndome temblar.

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