14. Castigos

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Después de leer, bajé a la sala cuando me di cuenta que mis padres y Melina ya estaban por irse. Me encontré con papá y se detuvo al verme.

Luis: Entonces, cuando empiezas con lo que te dijo tu mamá

____: En un rato más comenzaré a limpiar

Luego negó con la cabeza, arrepintiéndose de darle el permiso a mamá que me pusiera ella los castigos 

Luis: Esta será la última vez que le doy a Karime el derecho de castigarte

Dicho esto, cogió las llaves y salio por la puerta principal. Luego de que se fueran, me tope con Mario, quien venia bajando las escaleras.

Mario:  ¿Lista para comenzar a hacer la limpieza?  - pregunto sinicamente al pasar por mi lado

Puse los ojos en blanco y choque su hombro con el mío, mientras subía

Mario: Iré a correr, no me extrañes

Lo mire sobre mi hombro y me guiño el ojo para después marcharse.

(...)

Llevaba 2 horas limpiando y ya comenzaba a cansarme.
Me faltaba poco para acabar, había terminado la cocina, la sala, la recamara de mis padres y la de Melina. Gruñi y limpie el sudor de mi frente con el dorso de la mano. Salí de mi habitación y coloque los productos de limpieza en el suelo.

Suspire y me senté recargando la espalda en la pared. Escuche el sonido de la puerta principal abrirse y cerrarse. Diablos. Tenia que evitar que Mario me viera de esta manera. No dudaría en burlarse.

Me levanté y recogí nuevamente lo que había dejado en el suelo. Maldije internamente cuándo vi a Mario subiendo las escaleras. Se veía agotado al jugar por su aspecto. Una vez que estuvo completamente en la segunda planta se detuvo tomando bocanadas de aire. Me miro de arriba a abajo y sonrió.
Me mire a mi misma y bueno, estaba transpirada, el trenzado desordenado, unos cuantos cabellos pegados en mi rostro por el sudor y tenia los productos de limpieza en ambas manos. No era un atuendo presentable.

Mario: Linda blusa - dijo señalando el estampado que decía fuck you

____: Es una dedicatoria para ti - dije y sonreí orgullosa

Mario: Gracias por el detalle

Entro a su habitación y mi sonrisa se desvaneció al momento en que cerró la puerta.
Siempre cuando intentaba hacerlo sentir mal, sacaba provecho de ello para usarlo en mi contra.

Con maldiciones y quejas, logre terminar de limpiar el baño. Luego de tomar un descanso de 5 minutos y resfrescar mi garganta con agua fría y salí al jardín. Era lo ultimo que me faltaba para concluir el castigo. Cuando cruce por la puerta corrediza me asuste al ver el panorama.
Había millones de hojas secas y ramas espinosas esparcidas por el césped. No entendía como un simple árbol podía causar tanto desorden.

Cerré los ojos por un momento y suspire triste, buscando la paciencia para limpiar todo esto.
Me lo merecía por confiar en las palabras de Mario. Me coloque los enormes guantes de jardinero y con una bolsa negra en una mano comencé a recoger las hojas.

Mis esfuerzos parecían no tener éxito, ya llevaba 3 bolsas llenas de hojas y aún me faltaba más de la mitad. Mi espalda comenzaba a doler horrible y mis piernas hormigueaban con ardor. Me dedique a tomar un respiro y levanté la vista hacia las ventanas del segundo piso. Por alguna razón, mis ojos se posaron en la habitación del intruso y ahí estaba Mario, mirándome por la ventana con una sonrisa.

Ignorando el dolor que circulaba por mi cuerpo, alcé el brazo mostrándole el dedo medio con toda la intención. Sin dejar de sonreír negó ligeramente y cerro la cortina.

____: Estúpido - murmuré mientras volvía a mi lavor

(...)

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El Huésped || MBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora