25. Lado desconocido

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Mario: Ansiedad - se limito a decir, sin mirarme

____: ¿Tienes problemas de ansiedad?  - pregunte irónicamente

Mario: No, exactamente ____
- dijo seriamente

____: De todas maneras, no entiendo como puedes estar fumando con tanta tranquilidad, Melina te puede regañar.

O al menos eso harían mis padres si me vieran.

Mario: Tengo la edad suficiente para hacerlo, además, Melina no es mi madre - dijo con amargura

____: Pero podría decirle a tus padres - amenacé divertida

Me miró y pude notar la tristeza en sus ojos.

Mario: Ellos fallecieron - apartó la mirada

Me sentí la peor persona del mundo.

____: Yo...yo...yo no... lo siento
- balbucee avergonzada

Mario: Fue hace tiempo, cuando tenia 13 años. Murieron en un accidente automovilístico - dijo

Me congele al escucharlo
¿Qué podía decir? Si hubiera mantenido la boca cerrada, no estaría en esta conversación abrumadora.

____: No sé que decirte
- murmuré en voz baja

Era pésima animando a las personas en éstas situaciones.
Sacudió la cabeza e intentó mostrar una sonrisa pero no lo logró. Suspiró, quedándose pensativo y paso saliva.

Mario: Los extraño...
- susurro, su voz quebrándose

Mi corazón se partió, destrozándose verlo así tan conmocionado y triste. No llegué a pensar que detrás de ese chico arrogante, egocéntrico y divertido, habitaba una persona dolida por la perdida de sus padres. No comprendía su dolor, pero debió haber sido difícil asimilar la noticia en una edad temprana. Pensar en la ausencia de mis padres causó un ardor en mis ojos.

Tiró el cigarro en el césped y permaneció con su mirada baja, tal vez avergonzado por mostrar debilidad ante mí.
No podía seguir viéndolo así y aunque quisiera saber un poco más, no iba a presionar con el tema.
Me acerque a él sin importarme cuál seria su reacción y lo abracé.
Era lo único que podía hacer.
Sentí su cuerpo tensar se por unos segundos, pero después se volvió y rodeó sus brazos en mi cintura. Inclinó su cabeza en ni hombro y cerré los ojos, sujetando mis brazos alrededor de su espalda. El calor que emanaba su cuerpo acariciaba el mío y si pudiera, me quedaría en está posición hasta lograrlo sentir mejor.

Melina: Mario

La voz de Melina me trajo a la realidad y lentamente se separó de mí, provocando que una frialdad se interpusiera en el espacio delgado. Bajé los brazos y los dejé caer en mi regazo.

Mario: ¿Si?  - se aclaro la garganta

Melina: Necesito que me lleves a dejar unos catálogos por favor
- pidió amablemente

Mario: Claro - se puso de pie, se sorbió la nariz discretamente y se giró hacia a mi - ¿Quieres acompañarnos?

Negué con la cabeza. No podía responder, sentía un nudo en la garganta y podía asegurar que mi voz sonaría rasposa.
Lo vi alejarse y Melina me sonrió levemente, antes de irse. Ella debió imaginarse el por qué estábamos abrazados.
El rostro de Mario lo explicaba todo. Luego de sentir una sensación están a en mi pecho, decidí que darme un tiempo más en el jardín, mientras procesaba el hecho de que Mario había compartido conmigo algo sumamente personal.

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El Huésped || MBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora