Familiaridad.

20 2 1
                                    

Alguien vulnerable siempre tomará la primera mano que lo ayude, aunque ésta esconda una pistola para dispararle en la cara.

Miriam estaba tan desesperada como Jason aseguró, luego de unas preguntas más accedió a ir. Yo le dije que debería dejarme su teléfono por si sus padres comenzaban a llamarla, entonces yo respondería diciendo que ella estaba en el baño. Para ella todo sonaba como un camino en linea recta a su meta mientras que por mi parte las cosas recién comenzaban.

— Está delicioso — comento luego de probar un trozo del pastel de chocolate que compró Jason.

Él sonríe satisfecho.

— Claro que lo está, lo escogí yo.

Ruedo los ojos y continuo comiendo mientras le cuento lo que he logrado con Miriam.

Él escucha con atención y parece considerar cada palabra que digo como si hubiera algo entrelineas que ni yo misma conozco.

— Perfecto ¿te ha dicho cuando irá o simplemente ha confirmado que lo hará pero no sabe cuando? — pregunta cuando finalizo.

— Oh, sí, perdón. Ha dicho que irá el domingo por la tarde y que así tendrá hasta la tarde del lunes para descansar aquí y luego volver a su casa. — respondo dejando mi plato — Tiene un gran plan para que su familia no note su desaparición ni sus síntomas post-aborto, que lamentable la forma en la que me lo confió.

Jason rió. Su risa sonaba tan dulce e inocente que nadie sabría que él es algo como la serpiente que tentó a Eva.

— Eres una cosa tan falsa. — comenta sonriendo mientras se tira en la cama y se acurruca en la sabana.

Casi suena ofensivo, casi.

Lo ignoro y me levanto para ir a la cocina y buscar otro trozo de pastel. Realmente está delicioso.

Cuando regreso Jason viendo televisión con una expresión de aburrimiento y cansancio.

— Mañana me acompañarás a mi casa a buscar algunas cosas. — dice sin cambiar su expresión.

Hago una mueca.

— Tengo una ley de no salir antes del mediodía los sábados así que espero que la respetes.

Él suelta un gruñido.

— Da igual a que hora sea.

Pasa los canales hasta que sus ojos se iluminan nuevamente cuando llega a un canal que transmite El Lorax.
Casi río con sus cambios.

Para cuando la película termina es hora de la cena y él ofrece pedir comida china a domicilio.
Yo no me niego, mientras menos deba sacar mi cuerpo de la cama mejor para mi flojera de fin de semana.

Luego de la cena continuamos viendo películas al azar hasta que ambos caemos dormidos.

•  •  •  •  •  •  •

1:00 pm, odio estar tomando una ducha para salir cuando acabo de despertar.

Jason en cambio está listo y bien arreglado esperándome (o apurandome). Él, al parecer, no entendió la indirecta de que no solo no salgo antes de las 12 sino que tampoco despierto antes de esa hora. Quiero creer que no lo entendió y no que le importó un comino y por eso estuvo haciendo ruido toda la mañana impidiéndome dormir sin interrupciones.

Cuando acabo de arreglarme y me dirijo a la sala él suspira con cansancio.

— ¿Podrías usar un vestido hoy?

No puedo ocultar la sorpresa de mi rostro y él gruñe mientras soba el puente de su nariz con los ojos cerrados.

— Mi mamá quiere que almorcemos con ella. — responde como si eso fuera suficiente para cualquier pregunta.

Regreso a mi habitación y opto por colocarme un vestido rosa pastel y utilizar algo de labial y rubor. Genial, ahora parezco un ángel.

Cuando voy nuevamente a la sala él me dedica una pequeña sonrisa y toma mi mano para que salgamos del apartamento. Ya en planta baja él hace una llamada en la que da la dirección de la cafetería en la que desayuno de vez en cuando.

Minutos después, cuando estamos en la calle de la cafetería, una Mitsubishi Endeavor se estaciona frente a nosotros y el conductor baja la ventana.

— Joven Jason.

Jason bufa.

— Abre las puertas y ya.

El hombre obedece y quita los seguros de las puertas traseras. Jason me ayuda a subir.

Jason sube a mi lado y lo encuentro tenso. Su humor es considerablemente malo y su rostro alberga una muestra de fastidio. 

— A casa ¿me equívoco? – pregunta el conductor comenzando a salir de la calle en la que nos encontramos. 

— Estás en lo correcto. — responde mi compañero con total seriedad. Parece que va directo a enfrentarse a su más grande adversario por su comportamiento.

Jason vive en un área privada de la ciudad, en la mansión que su padre dejó a su madre al morir. En el camino pregunté cómo murió su padre, "era alérgico" fue lo único que recibí de respuesta.

No hubo intercambio de palabras desde ese momento, Jason parecía relajado sobre el tema pero había algo raro en que se ahorrara detalles.

Sin siquiera llegar a las pequeñas escaleras de la puerta ya alguien la había abierto, me da un escalofrío saber que estaban observando esperando nuestra llegada a la mansión.

Jason camina delante de mí con tensión en sus hombros y una posición casi defensiva. Yo estoy volviendo a mi amabilidad habitual mentalmente lo que se refleja en la tímida sonrisa que hago aparecer en mi rostro.

Pasamos la puerta y la señora que la había abierto para nosotros la cierra y desaparece hacía uno de los pasillos de la casa sin palabra alguna.

Decoración antigua y de colores básicos y simples como blanco, marfil y vinotinto. Hay dos estatuas de mármol al principio de una larga escalera por la cual está descendiendo una mujer que bien podría ser la tercera estatua con vida.

— Jason, te dignas a venir. — comenta con un tono suave pero vacío de cariño alguno.

— Por lo que veo tú aún no te dignas a quitarte los tacones en casa al menos. — responde mi acompañante con un tono idéntico al usado por la mujer.

Ella sonríe ante el comentario. Una sonrisa tan parecida a la que se aloja el en mi rostro, tan falsa.

— Como amo a mi hijo, siempre tan considerado con su pobre madre. — comenta antes de formar la palabra "estorbo" en sus labios sin emitirla con sonido alguno.

Pequeñas fantasías. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora