Delicadeza.

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Traje rosas blancas pero, ahora lucen como claveles rayados. Eres tan inútil ¿Tenías que salpicar tanto mientras te desangrabas

Un escalofrío recorre mi cuerpo y la adrenalina empuja todos mis miedos dando lugar únicamente a la emoción de lo venidero.  

— Creo que olvidaste tu teléfono en mi casa, Miriam. — comento con una gran sonrisa. 

Antes de que ella pueda reaccionar ya Jason la ha acorralado.

— ¿Por qué no me ayudas un poco y tomas su brazo? — pregunta mi compañero manteniendo a Miriam inmóvil contra la pared.

Miriam ha comenzado a llorar y a gritar. 

Pero de igual forma tomo su brazo como Jason me ha pedido.

— Busca su vena y haz que funcione. 

Cuando me da una jeringa en su paquete la abro y acomodo la aguja hipodérmica en ésta. 

Pero el químico que espero nunca llega a mis manos. 

Jason suelta una estrepitosa risa aún luchando con mantener a Miriam inmóvil. 

— Lo que vas a meter en la jeringa y luego en sus venas está a nuestro, querida. 

Frunzo el ceño y miro a mi alrededor. Abro la boca para reclamar a Jason sobre no saber que es, pero, su mirada de diversión despeja mi mente. 

Aire. 

Tomo el brazo de Miriam y aprieto hasta resaltar una de sus venas. Tanteo su brazo un poco insegura sobre como proceder.

Entonces lleno la jeringa de 50 ml de nada. 

Y entra. 

Siento la carne desgarrarse ligeramente como si hubiera agujereado un saco con una tijera. El siguiente paso es el que más me preocupa: ser capaz de ubicar bien la aguja en la vena que he escogido.

Cuando por fin lo logro veo el tope de la pequeña aguja llenarse con sangre. Es una luz roja que ésta vez no significa "detente".

Miriam comienza sollozar con más fuerza. 

— Presiona, ahora. — ordena Jason con fastidio. 

Y de nuevo, obedezco. 

Hay mucha presión en la jeringa lo que me obliga a utilizar más fuerza de la necesaria. Se siente como si estuviera tapada, como si en cualquier momento la jeringa, o el brazo de Miriam, fuera a explotar.

Los gritos de Miriam son tan desgarradores como sus suplicas mientras voy llenándola de aire. 

40 ml. 

30 ml. 

La jeringa sigue bajando. 

20 ml.

Miriam sufre un síncope. 

Jason suspira al poder relajarse con el cuerpo inconsciente entre sus brazos.  

— ¿Cuanto metiste? — pregunta caminando hasta la sala con Miriam en brazos. 

— 30 cc. — respondo sin más. 

Él asiente a manera de aprobación. 

Lo más raro de esto es que no tiene nada que ver con el plan discutido. Íbamos a hacer esto simple.

¿No?

Jason deja el cuerpo, aún inconsciente, en el suelo y luego comienza a sacar varias de las cuchillas que había visto anteriormente y las deposita a sus pies. 

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