Todo artista tiene sus pinceles favoritos, los nuestros eran los cuchillos.
Había pasado casi una hora desde el almuerzo cuando Jason volvió a aparecer en la sala de estar donde su madre y yo comíamos algunas galletas.
En su mano un bolso para deportes que a simple vista se notaba que estaba rebosado de cosas. Tal vez ropa.
— Ya es hora de irnos, Mariannette. — comenta con una sonrisa llena de auténtico buen humor.
La señora Karlie no evita que una mueca aparezca en su rostro.
— Vienes, tomas tus cosas y te vas. — comienza — No te molestas siquiera en preguntar cómo ha ido mi vida, en decirme si volverás ésta noche o en al menos almorzar aquí y sin más, te vas ¿Quien te crees? — reprocha.
Jason suelta un risa carente de sinceridad.
— Me creo tu hijo. — responde con simpleza para luego dedicarme una mirada indicando que lo siga hacía la puerta.
Me despido brevemente de su madre y me sitúo detrás de él todo el camino de regreso al auto que nos trajo.
Jason abre la puerta para mí y una vez que subo él lo hace también. Al igual que cuando subimos temprano el hombre al volante le pregunta a donde nos dirigimos y él pide que nos deje donde nos recogió.
No puedo separar la mirada del bolso y él lo nota.
— Te lo diré pronto. — dice sonriendo.
Asiento. Supongo que tendré que esperar. Claro, que se rehusara a decírmelo ahora me deja en claro que no es precisamente ropa lo que lleva ahí.
Intento distraerme memorizando las calles hasta que nuevamente estamos en el punto de partida y comenzamos el camino a pie hacía mi apartamento. No hay tema de conversación en mi mente, sólo quiero ver lo que hay en el bolso.
Una vez dentro del departamento me siento en el sofá de la sala y observo fijamente a Jason quien se toma su tiempo en sacarse los zapatos, hasta que nota mi ansiedad.
Suelta una carcajada y deja los zapatos a un lado para tomar asiento en el sofá conmigo y colocar el bolso entre ambos.
— Puedes abrirlo.
Y no ha terminado de pronunciar la "O" cuando ya tengo las manos en el cierre del bolso. Lo abro con cuidado nada más y nada menos para dejar a la vista varias camisas junto a algunos pantalones.
Inmediatamente mi curiosidad es reemplazada por molestia.
— ¡Pudiste decirme que era ropa! — reclamo junto con un gruñido.
La sonrisa de Jason no hace más que ampliarse y de nuevo su mirada tiene ese toque de burla.
— Que rápido te rindes.
Entonces algo en mi cerebro hace "click". Él quería que revisara el bolso de verdad.
Comienzo a sacar las camisas dobladas y a ponerlas a un lado, cuando estoy llegando al final del bolso algo cae de la camisa que muevo. Ahora a mis pies se encuentra un escalpelo sobre un pequeños trozo de tela (donde, supongo, estuvo envuelto), solo entonces reparo en el ligero peso extra de las camisas que ya he sacado y una vista a Jason y al orgullo en sus ojos me confirma que me he pasado por alto más de una cosa.
Vuelvo a tomar camisa por camisa y a desdoblarlas. Pronto tengo un arsenal de cuchillos junto a una pila de camisas.
— Ten más cuidado con los pantalones o haré que los planches. — bromea Jason incitandome a seguir desarmando su bolso.
Asiento lentamente antes de comenzar a desdoblar los pantalones, del primero no cae nada así que meto la mano en los bolsillos, bingo, un frasco de unos 10 cm con una sustancia que desconozco sale del bolsillo derecho.
— Cianuro de mercurio. — explica antes de extender la mano para que se lo entregue. — El frasco es delicado, deja que yo lo guarde.
Asiento y se lo entrego para continuar registrando su ropa.
Varios paquetes de guantes de látex, algunos tapabocas, más frascos con químicos, pinzas, clavos y jeringas. Cuando acabo los pantalones y calcetines el bolso sólo posee un par de zapatos (que están vacíos).
Frente a mí, sobre la mesita de café, reposa cada cosa que se escondía en el bolso.
— Increíble. — es lo único que puedo decir.
Jason asiente orgulloso.
— No podía arriesgarme a transportar ese tipo de cosas tan sólo con la protección del bolso. Si algo llegaba a pasar sólo verían ropa en el bolso. — comentó para a continuación sacar algo del bolsillo de los pantalones que levaba puestos. — Mañana no podemos cometer ningún error.
Lentes de contacto. Astuto.
— Llama a Miriam, confirma todo lo que hará mañana, yo ordenaré algo de comer para mí.
— Pide algo de pollo frito para mí. — ordeno mientras lo veo ir hacia la habitación.
Entonces hago lo que me ha pedido.
• • • • • • •
8:00 am, la alarma está sonando pidiéndonos que despertemos.
Jason gruñe. — 5 minutos.
Bufo, ayer yo no tuve esa opción cuando el comenzó a hacer ruido para despertarme.
Me siento en la cama y apago la alarma. Tengo tanto sueño, pero un gran día debe aprovecharse desde temprano. Con eso en mente me levanto a preparar el desayuno.
Una vez pongo los platos con emparedados en la mesa hago que Jason se levante de la cama.
— ¿Te ha llamado? — pregunta mientras bebe del café que he preparado.
Asiento.
— Me envió un mensaje, vendrá a las 10 para dejarme su teléfono. — respondo mientras comienzo a sentir los nervios colarse en mis huesos.
Hay llamadas registradas hacía mí, sus padres creen que estará en mi casa, todo me deja muy poco margen para no ser sospechosa cuando ella muera.
Jason parece notar mi preocupación.
— Eliminaremos las llamadas y dejaremos el teléfono en su bolsillo cuando esté muerta, o en su cartera, da igual lo dejaremos con ella. Hagas lo que hagas no pongas un solo dedo al descubierto en el teléfono, tú y yo nunca la vimos desde la última clase. — sentenció.
Suspiro, él tiene razón, todo está en el plan y ponerme nerviosa no ayudará en nada.
A las 10:30 el timbre suena y me coloco los guantes sintéticos que utilizo para limpiar antes de abrir la puerta.
— ¡Miriam! Que bueno verte ¿Quieres pasar? Estoy limpiando pero no será problema. — doy la bienvenida con aquella tramposa simpatía.
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Pequeñas fantasías.
RandomLo que comienza en la mente puede acabar en la realidad, una pequeña idea puede ser el comienzo de grandes hechos. Muchas personas cumplen sus sueños gracias a esto ¿yo? Yo solo me condené. Una pequeña fantasía que alimentó al monstruo que veo en el...