—Déjame ver si entendí. —Mi papá cerró su computadora portátil y me miró a los ojos, acomodándose los auriculares en el cuello. Era domingo. El día anterior había decidido no quedarme a dormir en casa de Mike en pos de no crear otro problema más. Mamá me mataría, y aunque eso no era lo que más me preocupaba, simplemente quería evitar cualquier tipo de confrontación, las cuales odio. Llamé a mi padre y él aceptó con gusto que durmiera en su casa. Siempre le ponía feliz que fuera a hacerle compañía, ya que el divorcio fue duro para él. Le estaba contando qué le sucedía a Mikey, con la esperanza de que pudiera darme una mano. —¿Michael tiene problemas... de autoestima?
—Exactamente. —Suspiré, probando otro bocado de comida.
—Justo como tú hace unos años.
Él se levantó y abrió las cortinas para que entrara luz natural al hogar.
—Creo que peor —admití—. No recuerdo haber tenido esas actitudes.
—No, no, para nada. —Él regresó a su asiento frente a mí. —Pero, es un caso especial. Un chico no suele transitar por éstos problemas.
—No es que no los transite, pero quizá no los exterioriza—aclaré, y él asintió.
Dejé el tenedor en el plato y puse mis codos sobre la mesa, tomando mi cabeza con las manos. —¿Qué se supone que debo hacer, papá?
Él suspiró. —No es algo fácil de saber, Sash.
—Es que realmente quiero hacerle ver lo que vale.
—Nunca dije que no quisieras. —Él se levantó de su asiento y fue a la cocina a buscar una cerveza. La abrió y bebió del pico de la botella. —Necesita ayuda psicológica, ¿lo sabes?
Yo bufé. —Sí, pero no lo puedo obligar —dije. Él reposó sus codos en la mesada e hizo una mueca. —. Sé que ya se lo han ofrecido pero no es opción llevarlo a la fuerza —continué.
Él ladeó su cabeza, torciendo su boca hacia un costado, comprendiendo.
—A todo esto, ¿le has avisado a tu madre que estás conmigo? —cambió de tema.
Rodé mis ojos. —Sí, le envié un mensaje y no me contestó.
—¿Cómo van las cosas allí, eh? —preguntó mientras buscaba algo en la alacena.
Reí amargamente. —Supongo que podrían ser peor.
—¿Pelo verde? ¿Músico? —Él señaló con una voz chillona, claramente imitándola.
Estallé en risas. —Ha estado así desde que le conté que estoy saliendo con Mike.
—¿Por qué no me sorprende? —Papá negó con la cabeza, soltando aire.
Él caminó hasta la mesa con un paquete de galletas saladas, donde se sentó nuevamente.
—Antes solía ser distinta, ¿verdad? —consulté.
Su sonrisa pícara se expandió. —Aún me cuesta hablar de tu madre como si fuera otra persona, porque lo es. —Observaba su botella, atento a los detalles. —Cuando comenzamos a salir, ella no tenía éste tipo de prejuicios ni nada parecido.
—Puedo imaginarlo. Nunca hubiera salido contigo de ser así.
Mi padre es diseñador gráfico, pero en su adolescencia solía tocar la guitarra en bares, para ganar algunos dólares y para satisfacer su amor por la música. Luego, cuando se casó con mi madre, abandonó eso, mas no pudo lograr olvidarlo para siempre. Había causado que yo misma me interesara por la música, no al punto de interpretarla, sino de enfocarme en ella como él siempre lo había hecho. Me había enseñado sobre todos los gustos musicales habidos y por haber, y me cantaba de vez en cuando con la esperanza de hacerme sonreír.
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Mixtape #1, lado B {mgc} // EN EDICIÓN
Fanfiction¿Qué se hace para salvar a alguien de sí mismo? Sasha quiere acabar con el autoestima bajo de Mike y demostrarle lo maravilloso que es. Temas secundarios: autoflagelación, estereotipos, padres separados, la "primera vez". Serie Mixtapes: Cuatro hist...