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Tweek era raro.
Siempre cortaba las orillas de nuestros sándwiches y preparaba café por las mañanas, se iba todo el dia y lo veia nuevamente por la noche, llegaba cansado, magullado y con una cara desganada, yo, por otra parte, partia por la noche y mi vida se desarrollaba en la oscuridad.
Un día Tweek llego golpeado, debil, marcado y con una expresión triste.
No pregunte nada.
Lo vi cambiarse.
Tenia violentas mordidas en su cuello y las marcas violetas de dedos en sus caderas.
Golpes en las costillas y manchas de sangre en su pantalon.
Entró al baño, me fui antes de que saliera de ahí.
Por primera vez en mucho tiempo...
Tuve miedo de preguntar.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora