Capítulo Treinta y cuatro♥

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Florencia esperaba impaciente que Jazmín le dijera lo que tenía en mente.

-¿Y Jazmín? me pones nerviosa! -exclamó Flor, provocando que Jazmín se mordiera el labio inferior aguantándose la risa

- Nos vamos a Uruguay

-¿Eh?

- Si, mañana mismo, nos vamos a Uruguay. Alquilé por una noche una cabañita hermosa junto a la playa para que pasemos todo el día juntas. Además podemos llevar a Hortencia a conocer el mar y que juegue libre. ¿Te gusta la idea?

Flor no sabía qué decir, estaba completamente muda. La miró con todo el amor que le cabía dentro del corazón y la besó.

-¿Eso es un si?

- Un re si, te amo. Te amo, no puedo creer que nunca pares de sorprenderme.

- Ya te dije que si estabas conmigo te ibas a tener que acostumbrar a las sorpresas. Me encanta hacerte feliz y lo voy a hacer por el resto de mi vida, mientras vos me dejes.

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El viaje a San Ignacio transcurrió tranquilo, Florencia estaba maravillada con cada cosa que veía, si bien Uruguay no era tan diferente a Argentina, las playas eran únicas y Florencia las amaba.

Había llevado una valija llena de cosas solo para dos días y Jazmín no paraba de reírse de ella por eso. Jazmín con su espíritu hippie y libre apenas tenía una mochilita con lo justo y necesario.

Ambas tomaban fotos del cielo y del mar todo el tiempo, y Flor no perdía el tiempo en sacarle alguna que otra foto robada a Jazmín distraída, sin dudas eran sus favoritas.

Luego de instalarse y de tomar una siesta abrazadas por el cansancio del viaje, ambas junto a su cachorrita salieron a disfrutar de la inmensidad de la playa. Si bien no estaban en la época de tomar sol en la arena, caminar por la orilla del mar siempre era el mejor plan, sobre todo si iban de la mano charlando de la vida. Y no, no necesitaban nada más que eso.

Caía el atardecer en Uruguay, el sol se estaba ocultando en el inmenso río provocando que el cielo tuviera unas pinceladas naranjas y rosas. La cabaña que había alquilado Jazmín estaba perfectamente ubicada sobre la playa. Era pequeña y muy acogedora.

La tardecita estaba siendo visitada por una brisa fresca primaveral pero nada impedía que pudieran disfrutar de ese momento tan maravilloso.

Jazmín había prendido velitas en el piso de la cabaña ambientando el lugar un poco más romántico.

Una Florencia Estrella obnubilada por el paisaje se encontraba sentada frente al mar, descalza, admirando la belleza del cielo, y de a ratitos cerraba los ojos para sentir el ruido de las olas con más intensidad como le había enseñado Jazmín.

La colorada corría por la arena jugando con Hortencia y un palito de madera que no se cansaba de tirar al aire para que su adorable amiga lo alcance y se lo devuelva.

Todo era perfecto.

La vida estaba siendo perfecta para ambas.

Jazmín se cansó de jugar y se acercó con pasitos suaves hasta donde se encontraba Flor admirando la naturaleza.

Se sentó a su lado y observó el mismo paisaje que Flor.

Recostó su cabeza en el hombro de la morocha y esta la abrazó por la cintura,generando que queden sentadas muy muy cerquita.

Se quedaron en silencio porque no hacía falta decir nada en ese momento.

Una Hortencia que pareció entenderlo todo se sentó a su lado también y se durmió.

Té de Jazmín (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora