Capítulo 1

309 13 0
                                    

-Mamá, prometo que saldrás de esta, siempre lo has hecho. Sólo tienes que ser fuerte. -dije apretándole la mano, mientras ella se encontraba recostada en la camilla.

No respondió nada, no sabía si me estaba escuchando, y tampoco sabía si saldría de esta (aunque eso era lo que más quería en la vida). Los doctores han dicho que su cáncer está avanzando, aún así con todos los tratamientos a los que había sido sometida.

Mi madre era la única persona que tenía en mi vida, la única que siempre estuvo ahí en cada momento y la única en la que podía confiar plenamente.
Mi padre abandonó a mi madre cuando ella estaba embarazada de mí, dejándola totalmente sola y sin apoyo económico alguno. Desde ese momento, ella intentó buscar un trabajo estable para poder mantenerme. Y lo consiguió.
Cuando tenía 15 años, le diagnosticaron cáncer, fue en ese momento cuando tuvo que dejar su trabajo y salir yo a buscar uno para poder pagar todos los gastos de los tratamientos y las demás cosas necesarias para poder llevar a cabo una vida.
He pasado por varios trabajos desde ese entonces, pero hoy, con 23 años y después de tanto esfuerzo me he recibido de columnista para el diario de mi ciudad.

-Emilia, ya han pasado tres meses desde que no me traes nada nuevo. La gente está esperando por algo innovador, algo fuera de lo común. -dijo mi jefe sentado en su silla con los pies sobre la mesa.

-He tratado de hacer lo mejor que puedo Alex, pero sabrás que es difícil encontrar algo interesante en esta ciudad tan pequeña, lo lamento. -dije con sinceridad encogiéndome en mis hombros.

-Lamento mucho esto... pero si en una semana no me consigues algo bueno, me veré obligado a despedirte. -dijo firmemente con toda la seriedad del mundo.

-¿Una semana? -pregunté preocupada.- ¡eso es muy poco tiempo señor!

-Tendrás que hacerlo si no quieres quedarte sin trabajo, confío en tu trabajo y sé que lo lograrás. -dicho esto se dirigió hacia la puerta y me hizo un gesto para que atravesara a misma y dejara la oficina detrás.

Salí enfurecida del edificio y me dirige hacia mi casa a toda prisa. Pasando un callejón, pude divisar a un chico encapuchado, debo admitir que su presencia me dio miedo y por ende traté de superar su paso y dejarlo atrás.
Mi corazón empezó a latir demasiado rápido cuando al pasar por al lado suyo, me agarró del brazo y me dijo:

-No soy un secuestrador ni nada por el estilo. -dicho esto miré su rostro, el mismo me era familiar. -¿podrías decirme por donde voy al metro? -y después de mirar sus ojos azules, distinguí quien era; ni más ni menos que Rúrik Gíslason, el famoso jugador de fútbol.

-Oh por Dios, eres... -y no pude terminar la frase, debido a que me tapó la boca con su mano.

-Por favor, promete no decirle a nadie que me viste. He venido aquí buscando tranquilidad, no quiero que nadie se entere. -me dijo lo más rápido que pudo, por lo que me quedé observándolo unos segundos sin decir nada.

Me quedé pensando en lo que me había dicho mi jefe, y en que la noticia del jugador de fútbol por aquí me vendría genial.

-Rúrik, lo siento pero tengo que hacerlo. Mira, tengo un trabajo de columnista en el diario de esta ciudad y me despedirán si no llevo una noticia que llame la atención a la gente en menos de una semana, necesito hacer esto por mi madre, necesito el dinero para poder pagar sus tratamientos. No quiero arruinar tu privacidad pero menos quiero perder a mi madre. -le dije, y tras esto quedó sin palabras.

-Entiendo. -dijo desilusionado, su cara reflejaba tristeza y eso de alguna manera me hacía sentir mal, me hacía sentir culpa.

Pero sin pensarlo dos veces saqué mi cámara y le tomé una fotografía, en la cual él trató de taparse la cara.
En cuanto la tuve, miré sus ojos azules que estaban brillando y me limité a decirle:

-Quiero que sepas que no quiero hacer esto, pero lo tengo que hacer, por mi madre... -hice una pausa y tomé aire para luego proseguir.- Perdón, Rúrik. -me di vuelta para finalmente caminar hacia mi casa.

-¡Espera! -me dijo, y frené mi paso.- podemos llegar a un acuerdo, por favor no publiques esa foto. Mira, puedo pagarle los tratamientos a tu madre si eso es lo que necesitas, puedo pagarte un alquiler o... -se agarró la cabeza con sus dos manos en muestra de frustración.

-¿En serio lo harías? -nuevamente lo miré.- pero aún así me despedirían y necesito el dinero.

-Te daré todo lo que necesites, por favor. -me dijo poniéndose de rodillas y con sus manos pegadas.

-Rúrik, no quiero abusar de tu dinero. Y ya párate, no tienes que hacer eso, además llamas la atención de la gente. -dije mirando a todos lados.

-No me levantaré hasta que me digas que aceptarás. -me dijo desafiante.

-Está bien, levántate. -dije y en poco ya se encontraba de pie.

-Una cosa más, necesito tu cámara. -me dijo seriamente.

-¿Mi cámara?, ¿estás loco? -le pregunté con los ojos bien abiertos.- ¿sabes lo que me ha costado conseguirla?, no, no creo que lo sepas. -me auto-contesté y me di vuelta comenzando a caminar.

-También te daré otra, por favor. -me paré.

-¿Cómo sé que cumplirás con todo lo que dices y no lo haces sólo para sacarme la foto? -pregunté con las manos en la cintura.

-Sólo tienes que confiar en mí, mira... dame tu número de celular y mañana mismo ya te daré todo el dinero que necesites. -dijo sacando su celular para anotar el mío.

-Promételo. -le dije mirando sus ojos.

-Lo prometo. -me dijo mirando mis ojos también. - ¿cómo es tu nombre?

-Emilia, Emilia Sanders.

-Bien Emilia, prometo que cumpliré todo lo que dije, ahora dime tu número y me encargaré de que se cumpla. -dicho esto, le dije mi número y le entregué mi cámara.

-Cuídala como a tu propia vida. -dije firme, por lo que me miro con sus ojos abiertos.

-Lo haré. Gracias, Em. -dicho esto se acercó y me dio un suave beso en la mejilla.

Sentí su perfume, jamás había sentido algo tan delicioso (excepto el olor a milanesas que hacía mi madre, eso no tenía comparación).
Tras esto, le dije como llegar al metro y me dirige hacia mi casa.

Famous (Rúrik Gíslason)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora