Capítulo 7

134 11 2
                                    

Desperté a causa de mi celular que estaba sonando, más precisamente por una llamada.

Lo miré; era del hospital.

Me moví rápidamente quedando sentada en la cama y sobresaltando a Rúrik, quien hasta el momento yacía dormido.

-¿Hola?, ¿ocurrió algo? -pregunté preocupada.

-¿Emilia? -preguntó un hombre cuya voz logré reconocer; el señor Hund.

-Así es, ¿ocurrió algo señor Hund? -pregunté nuevamente.

-No, tranquila. -dijo, y tras esto largué un gran suspiro de alivio.- Es sólo que tu madre quería que la vinieras a ver.

-Bien, estaré allí en una hora. -dije.- ¿como esta?, ¿se sabe algo de los estudios? -pregunté.

-Se encuentra bien, por ahora no tenemos más información de la que te di anoche, cualquier cosa te avisaré. -dijo él.

-Está bien... gracias. -dije para después cortar la llamada.

Rúrik me miraba dormido, podía asegurar de que no había entendido todo lo ocurrido con claridad.

-¿Puedes llevarme al hospital? -pregunté acostándome para quedar enfrente de él.

-Claro. -dijo acomodando su cabello.- ¿Ella está bien? -preguntó, a lo que yo asentí.

Me levanté, cepille mi cabello en el espejo de mi cuarto y me coloqué corrector de ojeras para que estas fueran menos evidentes. Me miré en ese mismo espejo; llevaba una remera que no llegaba a tapar mi trasero, pude divisar como Rúrik me miraba fijamente.
Me di vuelta para mirarlo con las manos puestas en mi cintura.

-¿Piensas levantarte? -pregunté alzando una ceja.

-Había pensado en quedarme aquí mirándote todo el día. -dijo guiñándome, lo que hizo que me sonrojara.- Sí quieres puedes verme tú también. -dijo saliendo de la cama y modelando en bóxers, para luego quitarse la remera.

Esa remera que dejó ver los abdominales bien marcados que tenía.
Definitivamente que hubiera sido gracioso ver mi reacción cuando se quitó la remera, claro que lo hubiera sido (si fuera Rúrik Gíslason).

-Ya, se te caerá la baba. -dijo bromeando para luego colocarse nuevamente la remera.

-Tú no te quedas atrás. -dije e inmediatamente me dedicó una sonrisa.- ¡El baño es mío! -dije corriendo.

Rúrik me empezó a seguir por detrás, corriendo más rápido que yo hasta alcanzarme y rodear mi cintura por detrás con sus brazos.

-Te gané, princesa. -susurró en mi oído, a lo que yo me estremecí.

Giré para quedar frente a él, aún con sus manos agarradas en mi cintura.
Pude ver sus hermosos ojos azules, y algún que otro cabello rubio que invadía su rostro.
No pude contenerme y pegué nuestros labios, necesitaba sentirlos aunque sea una vez más, créanme que de verdad eran muy adictivos. Una de sus manos se metió por debajo de mi remera y empezó a acariciar mi espalda suavemente, mi respiración se empezó a acelerar.
De un momento a otro él se aleja unos centímetros de mi rostro para hablarme.

-Tenemos que irnos. -dijo.

Salí corriendo y me encerré en el baño. Rúrik estuvo golpeando la puerta con su mano todo lo que estuve dentro, aún así no me apuré.
Abrí la puerta para salir y me encontré con él.

-¿No te han dicho que es de mala educación hacer eso? -pregunté seria. Él se encogió de hombros y entró al baño.

-¿Vas a salir? Me estoy haciendo. -dijo dando pequeños saltitos, a lo que yo reí y luego salí cerrando la puerta.

Fui hacia el cuarto y me cambié de ropa, poniéndome unos jeans y una campera ya que hacía bastante frío.

Después de eso, espere a que Rúrik se cambiara, cogí ropa para llevarle a mi madre y finalmente fuimos hasta el hospital, donde mi madre me estaba esperando despierta.

-Hola cariño. -dijo sonriendo.

-Hola mamá. -dije dándole un beso en la mejilla.- ¿qué tal te sientes? -pregunté sentándome a su lado.

En eso llega Rúrik, quien también saluda a mi madre y se sienta a mi lado.

-Pues... me siento algo débil y cansada, pero Hund dice que es normal después de las quimio.

-¿Quieren que les traiga algo para desayunar? -preguntó Rúrik levantándose de la silla.

Mamá y yo asentimos, por lo que él se fue de la habitación.

-¿qué tal lo llevas? -preguntó refiriéndose a Gíslason.

-Supongo que bien. -dije y no pude evitar sonreír.

-Parece un buen chico.

No sabía que responder, así que opté por no decir nada. No es que quisiera dar a entender que Rúrik fuera una mala persona, sólo que no lo conocía del todo. Siempre había desconfiado de todas las personas (sin contar a mi madre), siempre pasaba algo malo, quizás el problema no era de las demás personas, sino mío. Aún así, no dije nada más.

En eso, ambas sentimos que alguien golpeaba la puerta, supuse que había sido Rúrik, pero no, era nada ni menos que Isa.

-¡Isa! -exclamé abrazándola con fuerza.

-Me asfixias, Emilia. -dijo con dificultad.

Me alejé de ella para mirarla; hacia tanto tiempo que no la veía y sin embargo estaba igual (a excepción de su cabello que había teñido de rubio).

-¡Isa! ¿Como estás querida? -preguntó mi madre emocionada. No hace falta decir que le tenía bastante aprecio.

-¡Hola mamá Siena! -dijo acercándose a ella para darle un beso en la mejilla.- Me encuentro bien, ¿qué tal tú?

-Bueno... no hace falta que lo diga. -dijo mirando a la habitación donde nos encontrábamos.

-Estarás bien, eres fuerte. -dijo sentándose en la silla donde estaba Rúrik.

En eso tocan la puerta nuevamente, esta vez sí era Rúrik, quien venía agarrando una bandeja con comida.
Abrí la puerta para que pasara y pude ver como se quedó mirando confundido a Isa, quien también lo miraba confundida.

-Rúrik, ella es Isa. -dije señalándola.- Isa, él es Rúrik.

-Un gusto. -dijo Isa sonriendo.

-El gusto es mío. -contestó el islandés.

-Necesito hablar contigo, ¿puedes salir? -me dijo Rúrik susurrando mientras Isa y mamá hablaban, a lo que yo asentí.

-Ya volvemos. -Dije a ambas con una sonrisa.

Rúrik salió y yo tras él cerré la puerta de la habitación.

-¿Qué ocurre? -pregunté confundida.

-Me llamaron del club, tengo que volver a entrenar la semana que viene.

-Eso significa que te irás, ¿no es así? -pregunté con una expresión triste en mi rostro, de la que estoy segura que Rúrik se percató.

-No tengo otra opción. -dijo apartando su mirada de mí.

-¿Me dejarás sola? -pregunté al borde de las lágrimas.

-Ven conmigo, vayámonos. -dijo agarrando mis manos esperando que le diera una respuesta.

-Rúrik, ella está muy débil, no quiero arriesgarme a que le pase algo.

No respondió nada, simplemente se quedó en silencio. Ese silencio que por dentro me estaba matando.

Famous (Rúrik Gíslason)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora