Capítulo 9

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Capítulo 9

La luz brillante se abrió paso a través de las ventanas, perforando la oscuridad que había sido tan cómoda. Gemí y empujé la cabeza en la almohada. Tenía la boca seca y mi cabeza latía violentamente. Sin embargo, no me quería despertar. No podía recordar exactamente por qué pensé que era mejor que yo me quedase dormido tanto como fuese posible, pero yo sabía que debía ser una buena razón.

Me dolían los músculos mientras me di la vuelta y forcé mis ojos a abrirse. Dos vibrantes ojos negros miraban intensamente los míos. Me atraganté con un grito y salté en sorpresa. En mi asombro, mis piernas se enredaron en la ligera sábana y tropecé fuera de la cama.

—Por Kamisama... —dije con voz ronca.

Sai me agarró, poniéndome en posición vertical mientras que desenredaba mis piernas. —Lo siento, no quise asustarte.

Empujé la sábana hasta que se estableció en un charco desordenado a mis pies. Mis piernas estaban desnudas. Y la camisa de gran tamaño no era la mía. Mis mejillas se pusieron rojas cuando me acordé de Sasuke lanzando la camisa en la habitación. Tenía su olor, una mezcla exuberante de especias y aire libre.

—¿Qué estás haciendo aquí, Sai?

Las puntas de sus mejillas se sonrojaron mientras se sentaba en el diván, al otro lado de la cama grande. —Estaba viéndote dormir.

Hice una mueca. —Bueno, eso es raro, dattebayou.

Se veía aún más avergonzado. —No era como si estuviera mirando. Era más como esperando a que te despertaras. —Él se apartó el pelo inusualmente despeinado—. Quería hablar contigo. Necesitaba hablar contigo.

Me senté en la cama. Sai se veía cansado, casi como si no hubiera dormido en toda la noche. Había manchas oscuras bajo sus ojos y sus brazos colgaban sin vida a su lado.

—Aun así, fue un poco inesperado. —Hice una pausa—. Y todavía espeluznante, ttebayou.

Sai se frotó los ojos. —Quería hablar contigo... —su voz se fue apagando.

—Bueno, yo... necesito un momento, de veras.

Él asintió y apoyó la cabeza contra los cojines pálidos, cerrando los ojos. Después de una rápida mirada alrededor de su habitación de huéspedes, me dirigí al cuarto de baño. Encontré mi cepillo de dientes, además de otras cosas personales en su lavabo que había recogido de mi casa cuando Sasuke me había traído de vuelta.

Abrí la llave del agua hasta que fue ahogando todos los sonidos a mí alrededor. Terminé de cepillarme los dientes y comencé a lavarme la cara.

Una mirada en el espejo me dijo que no parecía más descansado que Sai. Tenía un aspecto horrible. Mi pelo era un lío enredado, más que otros días. Había una línea roja grabada en mi mejilla como un fino rasguño. Ahuequé las manos bajo el agua caliente, salpicando mi cara. El rasguño picó.

Es curioso cómo una pequeña chispa de dolor, desata algo más poderoso que el dolor fugaz que causó. Los recuerdos de la última noche chocaron a través de mí. Me acordé de todo. Y me sentí mareado.

—Oh, no puedo con esto, ttebayou. —Agarre el frío mármol del lavabo hasta que mis nudillos palpitaron—. Mi mejor amigo es un alienígena.

Dando la vuelta, abrí la puerta. Sai estaba en el otro lado, con las manos cruzadas detrás de la espalda. —Eres un alienígena.

El asintió lentamente.

Lo miré fijamente. Tal vez debería haber sentido miedo o más confusión, pero eso no era lo que ardía dentro de mí. Curiosidad. Intriga. Di un paso adelante. —Hazlo, dattebayou

Scarlat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora