Escena extra 3 y 4

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LA MAÑANA DESPUÉS.

No estaba seguro de si estaba soñando, pero si lo estaba, no quería despertar. El aroma de melocotón y vainilla me envolvía, me rodeaba.

Naruto.

Sólo él olía tan maravilloso, a verano y a todas las cosas que quería y nunca tendría. Su cuerpo estaba presionado contra el mío, con su mano apoyada en mi estómago, nuestras piernas estaban entrelazadas. El ritmo constante de su pecho subiendo y bajando se volvió mi mundo entero, y en este sueño —porque debía ser un sueño— sentí mi propio pecho emparejarse con su respiración.

Cada célula de mi cuerpo se despertó y ardió. Si yo estaba despierto, seguramente tomaría mi forma verdadera. Mi cuerpo estaba en llamas.

Sólo era un sueño, pero se sentía real.

No pude resistir deslizar mi pierna sobre las suyas, descansando mi cabeza entre su cuello y su hombro, e inhalé profundamente. Divino. Perfecto. Humano. Respirar se volvió más difícil de lo que había imaginado.

La lujuria crecía dentro de mí, pesada y consumiéndome. Probé su piel —Un pequeño toque de mis labios, un poco de mi lengua. Él se sentía perfecto debajo de mí; suave en todos los lugares que hacía duro controlarme. Moviéndome sobre él, contra su entrepierna, amé el sonido que hizo —un suave jadeo ahogado que hizo que todo dentro de mí ardiera en pedazos.

—Eres perfecto para mí —susurré en mi propio idioma.

El rubio se removió, y soñé que él me respondía, queriéndome en vez de odiarme.

Bajé mis manos, deslizándolas debajo de su camisa. Su piel bronceada se sentía como satín debajo de las yemas de mis dedos. Precioso. Apreciado. Si él fuera mío, adoraría cada centímetro de su cuerpo. Y quería hacerlo. Ahora. Mi mano subió, subió, subió.

Naruto gimió.

La nube de ensueño se disipó mientras el sonido hizo un camino hacia mí.

Cada músculo se tensó. Muy lentamente, me obligué a abrir mis ojos.

Su esbelto y agraciado cuello estaba frente a mí. Una sección de piel estaba rosa de la barba inexistente de mi mandíbula...

El reloj en la pared sonó.

Mierda.

Lo sentí levantarse, en mi sueño.

Levanté mi cabeza y bajé mi mirada. Naruto me observaba, sus ojos eran de un potente y maravilloso azul y me cuestionaba. Doblemente mierda.

— ¿Buenos días, ttebayou? —dijo, su voz ronca por el sueño.

Usando mi brazo, me empujé hacia arriba y aun así, sabiendo que nada de esto había sido un sueño, no podía apartarme de él, no quería hacerlo. Una necesidad infinita estaba allí, en ese dobe, en mí. Exigiendo que me arrodille ante el sentimiento, y yo quería—maldición, ni siquiera sé lo que quiero.

La única cosa que llegó a mí, después de que las capas de lujuria e idealista estupidez se desvanecieran de mi mente, fue el rastro de luz alrededor de él. Parecía una estrella brillante.

Naruto estaba en peligro. Era un peligro para nosotros.

Con una última mirada, me levanté para cruzar la habitación con una velocidad inhumana, cerrando la puerta detrás de mí. Cada paso que me alejaba de esa habitación, de esa cama, era tenso y doloroso. Al doblar la esquina, casi choque con mi hermano.

Scarlat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora